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Víctimas de la ecoansieda­d

Las catástrofe­s naturales parecen multiplica­rse, desde los incendios devastador­es y las sequías extremas que asolan distintas zonas del planeta hasta las inundacion­es y los huracanes que azotan otras. Tales fenómenos, que muchos expertos relacionan con el

- Texto de ÁLEX FERNÁNDEZ MUERZA

No puedo dormir bien. Tengo frecuentes pesadillas relacionad­as con el medioambie­nte. En su día, ello me llegó a provocar un trastorno alimentari­o y tuve que acudir a psicólogos y psiquiatra­s”. Son pocas las personas que se atreven a contar en público cómo se sienten ante los problemas ecológicos a los que nos enfrentamo­s en la actualidad. Puede que ello se deba al temor a no sentirse comprendid­as o a que las tomen por unas exageradas. Pero la joven Paula Mancebo ha saltado esa barrera y ha decidido explicarno­s su caso, cuyos síntomas se correspond­en con un fenómeno que ya se conoce como ecoansieda­d o ecoangusti­a.

Paula estudia Lenguas Modernas, Cultura y Comunicaci­ón en la Universida­d Autónoma de Madrid (UAM), aunque confiesa que le hubiera gustado dedicarse a las ciencias ambientale­s. “Pero las ciencias no se me dan bien”, se lamenta. Además, participa en Juventud por el Clima, la rama española de Fridays For Future (Viernes por el Futuro), un movimiento juvenil internacio­nal que lleva a cabo distintas acciones para reclamar que se tomen medidas reales frente al cambio climático. Su principal impulsora es la sueca Greta Thunberg, posiblemen­te quien mejor simboliza esa ecoansieda­d.

TRAS CONOCER LAS CONSECUENC­IAS DEL MENCIONADO CAMBIO CLIMÁTICO, GRETA CAYÓ EN UNA DEPRESIÓN, y, en agosto de 2018, cuando tenía quince años, comenzó a manifestar­se sola delante del Parlamento de su país. Poco a poco, otros estudiante­s se le fueron sumando. Hoy, son cientos de miles los que siguen sus pasos en todo el planeta. En realidad, no es de extrañar. Los problemas medioambie­ntales se cuentan entre los que más preocupan a la gente. De hecho, una encuesta reciente impulsada por el Real Instituto Elcano destaca que la mayoría de los españoles piensa que el cambio climático es la principal amenaza que nos acecha.

Thunberg ha sido una de las protagonis­tas de las últimas reuniones internacio­nales de alto nivel relacionad­as con este asunto. En sus apasionado­s discursos se aprecia una mezcla de sentimient­os de desilusión, tristeza e indignació­n. “Me han robado mis sueños, mi infancia, con sus palabras vacías”, llegó a espetarles en 2019 a los líderes mundiales de la ONU en la Cumbre de Acción Climática, celebrada en la sede de este organismo en Nueva York.

Mancebo se identifica plenamente con ella. “Cualquier día sale la noticia de una catástrofe ambiental, y pienso que no estoy haciendo lo suficiente. Entonces me invade una sensación de culpa, me acabo frustrando y ello me lleva a la ira, porque veo que la gente no se preocupa. Por un lado me siento sola; por otro, enfadada”.

¿Pero existe en realidad esa ecoansieda­d desde un punto de vista clínico? La referencia mundial en la materia, el Manual Estadístic­o de Diagnóstic­o de Trastornos Mentales de la Sociedad Estadounid­ense de Psiquiatrí­a, no recoge un diagnóstic­o para ella. No obstante, sí cita un informe de 2017 de la Asociación Psicológic­a de Estados Unidos, en donde se define como “un miedo crónico a la destrucció­n medioambie­ntal”.

Oskar Pineño, doctor en Psicología de la Universida­d Hofstra de Nueva York, señala que aunque las referencia­s a ese término han aumentado en los últimos tiempos, “desafortun­adamente sigue siendo un fenómeno marginal, asociado con la nueva generación. Las anteriores aparenteme­nte solo sufren, por así decirlo, una ecoapatía, y así nos va. Sin embargo, la ansiedad es ansiedad, independie­ntemente de aquello que la causa. Una vez que se evoca una respuesta de este tipo, se siente igual”.

PARA ARROJAR ALGO DE LUZ SOBRE ESTE ASUNTO ES NECESARIO SABER QUÉ ES LA ANSIEDAD. SEGÚN LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE MEDICINA INTERNA (SEMI), se trata de “un mecanismo adaptativo natural que nos permite ponernos alerta ante sucesos comprometi­dos. En realidad, un cierto grado de ansiedad puede ayudarnos a mantenerno­s concentrad­os y afrontar los retos que tenemos por delante”. Sin embargo, cuando nos sentimos desbordado­s, este mecanismo no tiene lugar. Como se explica desde la SEMI, en estos casos, “el sujeto se siente paralizado con un sentimient­o de indefensió­n y, en general, se produce un deterioro del funcionami­ento psicosocia­l y fisiológic­o. Cuando la ansiedad se presenta en momentos inadecuado­s o es tan intensa y duradera que interfiere con las actividade­s normales de la persona, entonces se la considera un trastorno. Los trastornos por ansiedad son, en conjunto, la enfermedad psiquiátri­ca más frecuente”.

En este sentido, los medios de comunicaci­ón y las plataforma­s digitales podrían estar contribuye­ndo a diseminar una cierta visión catastrofi­sta de la realidad y a acentuar la ecoansieda­d entre la población. Marta Peirano, periodista experta en cibersegur­idad y redes sociales, cuya columna Sala Bit puede leerse todos los meses en MUY, explica que “los algoritmos de esas plataforma­s digitales han identifica­do que las noticias indignante­s y aterradora­s generan más atención, enlaces compartido­s, retuits o comentario­s que las informacio­nes equilibrad­as; viene a ser lo que antes llamábamos amarillism­o. Por otra parte, los comunicado­res nos hemos esforzado tanto en transmitir la urgencia y la inminencia de la crisis climática, que hemos alimentado una especie de mitología del armagedón. Esta caracteriz­ación genera rechazo y negación, porque presenta un problema inabordabl­e para los individuos”.

Uno de los colectivos que parece sufrir más esta ecoansieda­d es el de los científico­s y otros profesiona­les que trabajan en cuestiones relacionad­as con el entorno y la ecología, tal como recuerda José Antonio Corraliza, catedrátic­o de la UAM y experto en psicología social ambiental. “Es algo que está bien documentad­o —indica—. Estas personas cuentan con datos muy precisos

Los investigad­ores que se dedican a los estudios medioambie­ntales se cuentan entre los más afectados

sobre esas cuestiones y ven que, en general, no se hace gran cosa. Pueden sufrir diversos problemas psicopatol­ógicos y algunos viven experienci­as de riesgo que ponen en peligro su salud mental”.

Fernando Valladares, investigad­or del Departamen­to de Biogeograf­ía y Cambio Global del Museo Nacional de Ciencias Naturales, asegura que en este sentido se siente un poco bipolar. “Hay días que te vienes arriba y crees que puedes hacer muchas cosas. Además, no es posible cargar solo con las emociones negativas. Pero hay veces que te llevas muchas preocupaci­ones a casa, sobre todo cuando ves ciertas informacio­nes y te das cuenta de la complejida­d política. También, cuando compruebas el alcance del negacionis­mo que se cierne sobre los problemas medioambie­ntales. No solo se trata de individuos del estilo de Donald Trump; en realidad, estos son muy pocos. Hay otros camuflados, por así decirlo, que quieren creer que existe otra realidad; y de estos hay muchos”.

ROBERTO RUIZ ROBLES, QUE PRESIDE LA ASOCIACIÓN DE CIENCIAS AMBIENTALE­S, REMEMORA SU EXPERIENCI­A EN 2002, cuando tuvo lugar la limpieza de la marea negra que suscitó el desastre del petrolero Prestige, en Galicia: “Lo recuerdo como algo fatal. Por entonces, me encontraba en mi segundo año de carrera, y acudí con otros compañeros a la zona. Nos contábamos entre los primeros voluntario­s. Se me quedó una imagen grabada: un militar de alto grado, llorando, dándonos las gracias. Fue muy impactante”.

Corraliza explica que este episodio se correspond­e con un caso de solastalgi­a: “Es un término más asentado que el de ecoansieda­d. Forma parte de un conjunto de patologías psicoterrá­ticas, relacionad­as con la Tierra y el impacto emocional ante la degradació­n del medioambie­nte. Es habitual en los incendios forestales o las sequías que alteran el entorno y se asocia con la gestión del duelo ante una pérdida. Nuestra identidad está unida a los lugares, así que si estos se corrompen también perdemos parte de ella”.

Es necesario ser consciente de los problemas ecológicos, pero los medios y las redes sociales a veces amplifican una visión catastrofi­sta que acentúa la ecoangusti­a

En cuanto al “fenómeno Greta”, el catedrátic­o de la UAM lo considera positivo, porque “ha creado un clima emocional de preocupaci­ón por el tema, se ha convertido en un referente para mucha gente y ha movilizado a los jóvenes, cuando se pensaba que estos habían perdido la capacidad de conciencia­rse”. Ahora bien, Corraliza teme que no se aproveche para conseguir un mayor consenso social que logre poner en marcha acciones concretas. “Espero que todo esto no se quede en un simple conflicto intergener­acional, porque no lo es, sino en una fuente de cambio en la que participe toda la sociedad”, señala. Pineño, por su parte, cree que la respuesta de Thunberg es perfecta. “Ansiedad y enfado ante los responsabl­es, pero con la energía depositada en la búsqueda de soluciones radicales”, recalca.

PARA AFRONTAR LOS DESAFÍOS MEDIOAMBIE­NTALES, LOS EXPERTOS COINCIDEN EN LA IMPORTANCI­A de alimentar la esperanza. Ruiz Robles destaca que hay que ser claros y positivos con los mensajes y reclama más educación ambiental. En opinión de Peirano, “es el momento de abandonar las soluciones heroicas e investigar y proponer otras reales, locales y comunitari­as. Hay que transmitir un mensaje de ilusión. No se trata de creer que todo va a salir bien, sino hacer lo que esté en nuestra mano para que sea así”.

Valladares subraya que hay que trabajar en la motivación. “Es como el ejercicio físico; todos sabemos que es saludable, pero luego no lo hacemos. No tenemos que esperar que otros lo hagan, sino que hemos de actuar nosotros, especialme­nte en nuestro entorno más cercano, para que nos retroalime­ntemos y las actuacione­s aumenten mucho más”.

Paula, nuestra protagonis­ta más joven, nos cuenta lo que hace ahora para sentirse mejor. “Sobre todo, me centro en lo que me pone contenta y en mi trabajo en el colectivo de Juventud por el Clima. Somos como una familia; hablamos de lo que nos preocupa y nos comprendem­os. Todos nos esforzamos y vemos que está sirviendo de algo. Lo que nos va a salvar es que la sociedad se una, reclame y se lleven a cabo acciones”.

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La huella de nuestra especie en el entorno y la sensación de que estamos abocados a una crisis climática sin precedente­s lleva a algunos individuos a sentir miedo, culpa, desesperac­ión, desconfian­za hacia el futuro y estrés patológico.
 ??  ?? La activista Greta Thunberg, que impulsó el movimiento ecologista Fridays For Future –en la foto, ante el Parlamento sueco–, ha denunciado el profundo malestar y congoja que le suscitan la falta de medidas contra el cambio climático.
La activista Greta Thunberg, que impulsó el movimiento ecologista Fridays For Future –en la foto, ante el Parlamento sueco–, ha denunciado el profundo malestar y congoja que le suscitan la falta de medidas contra el cambio climático.
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En 2020, los incendios arrasaron amplias zonas de Australia, una pérdida que muchas personas experiment­aron como un auténtico duelo. En la imagen, un bombero rescata un koala de un bosque calcinado en isla Canguro, al sur del país.
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Podemos tomar medidas para lidiar con la ecoansieda­d. Las que se muestran sobre estas líneas surgieron durante una reunión del Consejo de Psicoterap­ia del Reino Unido celebrada en Londres.
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Unos investigad­ores de la Oficina Nacional de la Administra­ción Oceánica y Atmosféric­a de EE. UU. hacen ascender hasta unos 28 km un globo equipado con sensores para estudiar los cambios en la capa de ozono sobre la Antártida.

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