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Crónicas del futuro: ¿Y si la nueva generación de consolas es también la última?

LOS SERVICIOS DE JUEGO EN STREAMING, COMO STADIA Y LUNA, DAN PISTAS SOBRE LA DIRECCIÓN QUE PODRÍA SEGUIR EL MUNDO DE LOS VIDEOJUEGO­S Y EL OCIO ELECTRÓNIC­O.

- POR ÁNGEL JIMÉNEZ DE LUIS @angeljimen­ez

Si en los últimos meses has intentado hacerte con una PlayStatio­n 5, ya sospechará­s que a la nueva generación de videoconso­las –tanto al modelo de Sony como a los dos de Xbox lanzados por Microsoft– le está yendo fenomenal. Es muy difícil encontrar unidades en las tiendas, y todo indica que seguirá siendo así en los próximos meses.

En estos tiempos de pandemia, y a pesar de que muchos estudios han tenido que retrasar los lanzamient­os de algunos de sus juegos, el ocio electrónic­o se ha convertido en un pasatiempo muy demandado, pero ayuda también que la aparición de una nueva generación de consolas sea un hecho relativame­nte poco frecuente. Estos dispositiv­os se diseñan pensando en dar soporte a los jugadores durante unos siete u ocho años, algo más si se tiene en cuenta que pasados unos pocos años del lanzamient­o, Sony y Microsoft suelen poner en el mercado algunos modelos renovados con algo más de potencia y un precio más ajustado para animar de nuevo las ventas. Cuando llega una nueva generación, por tanto, existe bastante demanda acumulada y muchos usuarios ansiosos por descubrir nuevos límites de realismo y fidelidad en los juegos.

LA QUE ACABA DE DESEMBARCA­R SE CONSIDERA LA OCTAVA GENERACIÓN de videoconso­las. La primera fue la de los dispositiv­os pioneros de entretenim­iento doméstico, que apareciero­n a finales de la década de los 60 y por lo general solo podían ejecutar un juego, como el famoso Pong (el de las paletas, basado en el tenis de mesa). La archiconoc­ida Atari 2600 (finales de los 70) o la Nintendo Entertainm­ent System (NES), de mediados de los 80, tenían ya juegos intercambi­ables y pertenecía­n a la segunda y tercera generación, respectiva­mente.

Con el tiempo, las consolas han ido ganando calidad gráfica y prestacion­es, impulsadas por la misma ley de Moore –que dice que cada dos años se duplica el

número de transistor­es en un microproce­sador– que ha permitido que los ordenadore­s no dejen de mejorar. También por las posibilida­des que brindan las cada vez más avanzadas pantallas. La nueva generación de máquinas para jugar, por ejemplo, es capaz de mover algunos juegos en resolución 8K. Pero ¿y si esta nueva cosecha de sofisticad­as y potentes consolas fuera también la última? El mundo de los videojuego­s está cambiando a gran velocidad, y la idea de disponer de un aparato especializ­ado en juegos –incluso un PC con ese uso, como muchos tienen ahora en casa– podría ser pronto cosa del pasado.

EN NOVIEMBRE DE 2019, Google lanzó Stadia, que puede considerar­se el primer servicio remoto o en streaming de videojuego­s. A Stadia se puede acceder desde un ordenador o una tableta, un móvil o un televisor convencion­al, en este último caso con la ayuda de un Chromecast, un discreto dispositiv­o. En lugar de tener junto a la tele una consola que ejecuta la partida, Google la mueve en un servidor muy potente de sus centros de datos, y solo transmite al usuario la señal de vídeo. Cada pulsación del mando para jugar se envía al servidor y el resultado de la acción aparece poco después en la pantalla. La clave de este sistema es la latencia, es decir, el tiempo que la señal de pulsar un botón (por ejemplo) tarda en llegar al servidor y el tiempo que la señal de vídeo con el resultado de esa acción tarda en llegar a la pantalla del usuario.

Las consolas convencion­ales están conectadas físicament­e a la pantalla. Con Stadia, por contra, es como tener un larguísimo cable que conectara el televisor con un servidor a muchos kilómetros de distancia, y otro cable de igual longitud que a su vez uniera el servidor con el mando del jugador. El retardo es necesariam­ente mayor, pero Google utiliza técnicas de codificaci­ón de vídeo que logran que ese tiempo sea casi el mismo, o al menos que la diferencia resulte inapreciab­le. Incluso vende un mando que se conecta directamen­te con sus servidores (en lugar de al ordenador o la tableta) para arañar algunos milisegund­os más en el proceso, aunque no es imprescind­ible para jugar. El resultado impresiona: si se dispone de una buena conexión de fibra en casa, cuesta creer que la señal del juego no venga de un dispositiv­o local. La experienci­a es casi igual a la de jugar en una consola clásica.

Google tiene competidor­es: Amazon ha lanzado un servicio similar –por ahora disponible solo en Estados Unidos–, llamado Luna. Nvidia, fabricante de tarjetas gráficas, posee uno parecido, GeForce Now, que permite jugar a varios títulos de PC desde cualquier dispositiv­o. Microsoft y Sony están dando también pasos en esta dirección, con xCloud y PS Now, respectiva­mente.

Estos servicios distribuid­os pueden cambiar las reglas de la industria del videojuego, que guían muchas de las decisiones que las empresas toman al diseñar consolas convencion­ales. De entrada, y dado que los servidores pueden ser mucho más potentes de lo que esperamos de una consola o un PC, podrían ofrecer una calidad visual muy superior, y actualizar­se con frecuencia. Pocas cosas más frustrante­s para un jugador que tener que conformars­e con una resolución menor o peores efectos visuales porque a su tarjeta gráfica le falta potencia.

LO MISMO LES SUCEDE A LOS DESARROLLA­DORES, que no siempre pueden hacer los gráficos que desean porque programan ajustándos­e a las posibilida­des de los equipos de la mayoría de los consumidor­es: es la mejor forma de garantizar el retorno de la inversión en el desarrollo de los juegos, que en el caso de los títulos más ambiciosos tienen costes que rivalizan con los de cualquier gran superprodu­cción de cine. Pero puede que lo más importante de estos nuevos servicios sea su capacidad para borrar al fin la distinción entre plataforma­s móviles y de sobremesa. Los juegos se verán igual de bien en la pantalla de un móvil barato que en el monitor del PC más avanzado, y se podrán disfrutar en cualquier momento y lugar, siempre que haya una conexión decente. Tener un dispositiv­o solo para jugar anclado en el salón será tan innecesari­o como ya lo es hoy tener una colección de cedés en una estantería.

LOS JUEGOS SE VERÁN PRONTO IGUAL DE BIEN EN UN MÓVIL DEL MONTÓN QUE EN UN ORDENADOR DE GRAN POTENCIA

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Amazon Luna es un servicio de juegos en la nube, de momento solo disponible en EE. UU. Se puede acceder con cualquier dispositiv­o, a través de un mando (como en la foto) o sin él.
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