El ARN es una molécula más sencilla e inestable que el ADN, a pesar de que ambas están hechas con similares ingredientes
de nuestro cuerpo, las moléculas de ácido ribonucleico siempre son más cortas que las de ADN. Esta diferencia nos adentra en los aspectos funcionales, y es que una molécula de ARN generalmente es una copia temporal de una simple subpalabra o subfrase de un inmenso texto de ADN. Si todo este artículo equivaliese al texto recogido en el ADN de una de nuestras células, un ARN podría ser la copia de esta frase, o de esta palabra. Como adelantábamos, la disparidad en tamaño está relacionada con la diferente misión que cumplen ambas.
OTRO SIGNO DISTINTIVO SON LAS BASES NITROGENADAS QUE LAS COMPONEN: cuando el ADN es copiado en ARN, donde antes había una T (timina) se coloca una U (uracilo). Pero es un detalle sin importancia, ya que la maquinaria que lee el mensaje está preparada para entender esta modificación al ejecutar la traducción del código. De igual manera que si yo escribiese sistemáticamente la palabra célola no resultaría un problema si el editor de este artículo supiese que me refiero a célula.
Cabe precisar que esta función de mensajero es una de las muchas que realiza el ARN. Hay otros tipos: ARN ribosómico, ARN de transferencia, ARN de interferencia… pero en este artículo analizamos la función más básica y esencial, la de transmitir información. Por eso, cuando no se especifique lo contrario, al escribir ARN nos estamos refiriendo al ARN mensajero (ARNm).
Una robusta torre de control se eleva sobre el aeropuerto de Zell. En ella conviven los gestores de las instalaciones, que ocupan una decena de áreas de trabajo. Un ordenador central de alta capacidad llamado Wolfgang almacena la información de todos los turnos, vuelos y suministros de cada día del año. Esa computadora central sería el ADN, y el aeropuerto, una de nuestras células. Wolfgang distribuye cada día una orden de trabajo a cada despacho de la torre de control. En las instrucciones especifica todos los vuelos que despegarán, los cambios de turno, los planes de recogida de basura, la apertura y cierre de establecimientos, la disponibilidad de puertas de embarque, etcétera. Todo lo que deberá ocurrir en el aeropuerto está escrito en esas hojas de ruta que cada departamento recibirá y ejecutará a lo largo del día. Además, Wolfgang responderá e intentará improvisar soluciones, dentro de sus limitadas posibilidades, a los imprevistos que surjan.
Los seres complejos estamos formados por miles de millones de células, que trabajan coordinadas. Para ello, todos los aeropuertos de la red tienen el mismo ordenador central, el mismo ADN único y personal. Y cada torre de control debe leer y ejecutar la parte que le corresponde para no entrar en conflicto y mantener la armonía con el resto. En resumen, el ADN es un conjunto de instrucciones custodiadas en el lugar más seguro de la célula, un orgánulo de alta seguridad llamado núcleo. La torre de control.
DURANTE LA JORNADA, LOS CONTROLADORES AÉREOS, AL IGUAL QUE EL RESTO DE LOS TRABAJADORES DE ZELL, leen las órdenes precisas que reciben de Wolfgang y las envían por escrito en un folio mediante un mensajero al comandante del vuelo. La información que viaja desde la torre de control a quien la debe ejecutar sería el ARN: un soporte físico que porta una copia de las instrucciones de Wolfgang. Una vez se lea el mensaje y despegue el avión, ese documento se olvidará arrugado en una papelera y pronto será reciclado, como pasa con los pedazos de ARN. Mientras, otros miles de procesos paralelos coordinados tienen lugar de forma similar siguiendo los mandatos del ordenador central.
En un aeropuerto real, el proceso de comunicación entre la torre de control y el avión ocurre mediante ondas de radio, un método mucho más rápido que el texto escrito. Esto es así porque en nuestra sociedad la organización se optimiza permanentemente en busca de la máxima eficacia y seguridad. Por el contrario, la evolución ha llegado a soluciones funcionales mediante azar y selección. Los procesos son imperfectos, pero se mantienen si no impiden la supervivencia y la reproducción. La primitiva, pero eficiente, forma de coordinarse entre el ADN y el ARN refleja la imperfección de los procesos biológicos, que resultan poco depurados porque carecen de diseño inteligente.
Es indudable que lo más significativo que tienen en común el ADN y