LA HORA DEL LUBRICÁN
Claro que son bonitos los amaneceres y atardeceres: esa luz, a veces de fuego, que inunda el horizonte. Se llama crepúsculo matinal, aurora o alba al amanecer, y crepúsculo vespertino, u ocaso a los atardeceres. Pero hay una palabra, inesperada, que define la claridad previa a la salida o inmediata a la puesta del sol: lubricán. Procedente de los términos latinos lupus –‘lobo’– y canis –‘perro’–, define la primera luz de la mañana y la última antes de anochecer, esa en la que no se distingue un perro de un lobo.