LLEGAN LAS MEDICINAS CAMALEÓNICAS
POLIPÍLDORAS, PASTILLAS ‘INTELIGENTES’ CON SENSORES, MEDICAMENTOS IMPRESOS EN 3D… LA PERSONALIZACIÓN E INNOVACIÓN DE LOS TRATAMIENTOS –TANTO EN FORMATOS COMO EN FUNCIONALIDADES– PIDE PASO EN LA PRÁCTICA CLÍNICA.
Este artículo comienza con un ejercicio de preparación. Imagina los siguientes supuestos. Un paciente que necesita dosis escrupulosas de tratamiento, sin margen de error. Además, por sus circunstancias particulares, no tolera las presentaciones comerciales existentes y necesita otras formas y tamaños. Añade más factores: la necesidad de que el fármaco haga efecto solo cuando llegue a un organismo concreto o actúe en él de forma prolongada durante horas o días. Incluso, piensa que sería óptimo administrar en un único comprimido todos sus tratamientos. O, si debe suministrarse con un dispositivo, que este emita una señal al médico para confirmar la toma; o mediante un sensor en la propia pastilla.
Pues bien, no imagines. Todo es posible y ya se realiza de forma más o menos esporádica. Estas son las opciones para personalizar tratamientos que permiten la innovación incremental
–o sea, a nivel industrial– o técnicas más embrionarias, como la impresión 3D de medicamentos. “Si tienes una impresora de grado farmacéutico, materiales y fármacos adecuados, puedes hacer cualquier diseño tridimensional”, apunta Álvaro Goyanes, científico de referencia en este ámbito y fundador de FabRx, compañía biotecnológica dedicada a la impresión de medicinas e implantes con varios proyectos en marcha con el NHS, el servicio público de salud británico.
“LA PRIMERA VENTAJA DE LA IMPRESIÓN 3D ES EL AJUSTE ESCRUPULOSO DE LA DOSIS, COMO OCURRE EN PEDIATRÍA. Luego, el acabado del producto puede presentar el aspecto y tamaño que se desee: en forma de gominolas, rosquillas –para que un paciente lo pueda coger mejor–, cubos, esferas, etcétera. Basta programar la dosis y el forma
rápidamente lo vieron beneficioso, lo apoyaron y nos guiaron para su encaje legal”, contrapone el experto.
¿Cómo sería –es– el proceso para la impresión de un medicamento en 3D? En el Reino Unido, tienen la consideración oficial de fórmula magistral. “Nosotros desarrollamos en el laboratorio la formulación que se nos pide desde el centro y lo replicamos en el hospital. Cuando se asiente esta práctica, lo podrán hacer los propios farmacéuticos”, explica Goyanes.
Pero convertir esta técnica en algo cotidiano aún presenta problemas. El más frecuente se localiza en lo que los expertos denominan la tinta: la fórmula. El proceso de prepararla es laborioso, de varias horas, por lo que no compensaría si se busca rapidez. ¿Una solución? “Lo ideal sería que la industria pudiese fabricar cartuchos de tinta en determinados medicamentos para que el servicio de farmacia realizase la última parte del proceso: seleccionar el cartucho, la dosis concreta y el material e imprimir”, indica Goyanes. Con esta técnica, se puede preparar el tratamiento individualizado de un paciente para un mes en apenas diez minutos.
Es innecesario –e ilógico– plantearse una producción a gran escala de medicamentos en 3D. Tampoco es su cometido, planteado para situaciones excepcionales, como conviene recordar. Pero, ni mucho menos, la industria farmacéutica está desligada del objetivo de personalizar y adaptar las formas farmacéuticas.
TODO ELLO SE RECOGE EN EL CONCEPTO DE INNOVACIÓN INCREMENTAL Y QUE SE RESUMIRÍA EN “MEJORAR LO YA EXISTENTE”, indica Emili Esteve, director técnico de la patronal nacional Farmaindustria. En esta estrategia se incluyen, entre otras, las polipíldoras –asociaciones de medicamentos en una única forma–, reformulaciones y reposiciones, esto es, emplear un medicamento en otras áreas terapéuticas y, si es necesario para ello, adaptar su forma.
Como la impresión 3D, la innovación incremental de la industria también se topa con las reticencias de la Administración. No tanto normativas, sino económicas. “Todo son ventajas… Hasta que se habla de dinero: la Administración es reacia a financiar nuevas formas farmacéuticas”, apunta Esteve. En una explicación más elocuente, Esteve señala que “la tendencia es la de valorar (pagar) el contenido (dosis), no el continente”. De todos modos, los esfuerzos por innovar de las compañías se mantienen.
Pese a la larga lista de proyectos aquí enumerados, hay muchos otros en los que ya se trabaja que no se pueden revelar por cuestión de patentes. “Son muy sorprendentes”, avisa el fundador de FabRx. Acabamos, por tanto, como empezamos: pidiéndoles que imaginen otra vez… Hasta que la realidad nos atropelle.