INTERNET NO VIAJARÁ EN GLOBO, PERO SÍ CAERÁ DEL CIELO
EL CIERRE DEL PROYECTO LOON PONE FIN A UNA DÉCADA DE ORIGINALES IDEAS PARA LLEVAR LA RED HASTA EL ÚLTIMO RINCÓN. EL ACCESO POR SATÉLITE TOMARÁ EL RELEVO.
n el año 2008, Google empezó a trabajar en una de esas ocurrencias que pueden parecer locas, pero que esconden un gran potencial: ofrecer acceso a internet mediante globos aerostáticos. Hoy en día es fácil cubrir zonas densamente pobladas con una conexión inalámbrica de buena velocidad: con 5G, su rapidez puede rivalizar con la de la fibra óptica. Pero en las áreas rurales y las más remotas, hasta ofrecer cobertura 3G
EEN EL FIN DEL MUNDO. Los vuelos de prueba de los globos aerostáticos del proyecto Loon comenzaron en 2013 en Nueva Zelanda. También los hubo, por ejemplo, en Brasil, Australia y Sudáfrica. o 4G puede resultar complicado. Las antenas no tienen el alcance suficiente y los pocos clientes potenciales que dispondrían del servicio no justificarían la inversión. Casi la mitad de la superficie de la Tierra, por lo tanto, carece de conexión a la Red.
La esperanza de Google era solucionar este problema con una flota de globos aerostáticos similares a los que se utilizan en ciertas investigaciones científicas. Estos aparatos pueden permanecer en el aire durante meses, flotando entre las diferentes corrientes de la estratosfera. No son fáciles de controlar, sobre todo si se quiere que mantengan una posición más o menos fija, pero con varios de ellos moviéndose
Google X, hizo volar decenas de estos globos en varios territorios a modo de experiencia piloto, por lo general con bastante éxito. Solo se han producido dieciocho accidentes en toda la historia del proyecto, y ninguno con víctimas. Los aparatos tendían a desviarse más de lo esperado del rumbo deseado, pero aterrizaron sin daños en casi todos los viajes y tras permanecer varias semanas en vuelo autónomo.
Sin embargo, a principios de este año, Alastair Westgarth, consejero delegado de Loon, anunció con estas palabras que hasta ahí había llegado la cosa: “Hemos encontrado varios socios dispuestos a ayudarnos a lo largo del camino, pero no hemos sido capaces de dar con la forma de reducir los costes lo suficiente como para construir un negocio sostenible a largo plazo”.
OTRAS IDEAS SIMILARES QUE PROMETÍAN CERRAR LA BRECHA DIGITAL entre el campo y la ciudad también han acabado en nada. En 2018, por ejemplo, Facebook aparcó un proyecto del estilo del de Google. Se llamaba Aquila y se basaba en drones autónomos alimentados por energía solar para proporcionar acceso a internet desde el aire. Estas aeronaves, de gran envergadura, iban a ser capaces de volar durante noventa días ininterrumpidos. La empresa de Mark Zuckerberg solo hizo dos vuelos de prueba, ambos con una duración inferior a dos horas, pero consideraba factible la idea, y llegó a acuerdos con varias compañías para impulsarla. Las dudas sobre su rentabilidad y las dificultades tecnológicas dieron al traste con el asunto.
Las ventajas de estos proyectos, conocidos en conjunto como HAPS (siglas en inglés de estaciones en plataformas a gran altitud), eran claras. Volando a unos 20 o 30 kilómetros de altura no hace falta ningún equipamiento especial para captar la señal desde tierra. A todos los efectos son antenas flotantes de telefonía móvil. Pero la complejidad que aún entraña gestionar vehículos volantes autónomos ha lastrado las operaciones. Tanto si hablamos de drones como de globos, mantenerlos dentro del área requerida durante largos periodos de tiempo ha sido más complicado de lo que se creía. Y se ha comprobado que se necesitarían más aparatos de los previstos, con el consiguiente aumento de los costes y de la dificultad del manejo.
IRÓNICAMENTE, LA SUSTITUTA DE ESTAS INICIATIVAS PODRÍA SER una tecnología descartada hasta hace poco precisamente por cara: el acceso a internet través de satélites. El boom de las empresas aeroespaciales de capital privado, como Space X y Blue Origin, ha reducido drásticamente el coste de poner un satélite en órbita. Varias compañías planean lanzar constelaciones de estos aparatos en órbita baja (a unos 500 kilómetros de altura), compuestas por cientos o miles de unidades que podrán ofrecer cobertura hasta en las áreas más remotas del planeta. Para conectarse con ellas se necesitan antenas especiales, y la latencia de las conexiones (el tiempo que tardan los datos en hacer un viaje de ida y
EN ESTADOS UNIDOS, LOS SATÉLITES STARLINK DE SPACE X OFRECEN UNA CONEXIÓN DE HASTA 150 MEGAS POR SEGUNDO
TECNOLOGÍA TOP.
El Highlander se ofrece con dos niveles de equipamiento: Advance y Luxury. El tope de gama incorpora un sistema multimedia con pantalla de 12,3 pulgadas compatible con Apple CarPlay y Android Auto.