CRIPTOCATALANES
Según parece, existe una conspiración sin precedentes que consiste en la eliminación sistemática de los logros y los personajes de la primera nación europea, que apareció hace 2700 años y que, desde sus inicios, tuvo un claro espíritu democrático. Aquel protoestado era Tartessos. Lo primero que los conspiradores quieren hacernos creer es que se hallaba en el sur de España. Sin embargo, la realidad es que estaba en Tarragona. De hecho, su capital todavía existe; se trata de Tortosa. El avispado lector habrá deducido ya cuál es esa supuesta primera nación europea, y quizá del mundo: Cataluña. Tamaña conspiración ha sido descubierta por los miembros de tres centros de investigación que cuentan, en ocasiones, con financiación pública: la Fundació d’Estudis Històrics de Catalunya, el Cercle Català d’Història y el Institut Nova Historia.
ESTE ESFUERZO TITÁNICO POR ACALLAR el insigne papel de los catalanes en la historia fue lanzado en secreto –pues no existe documento que lo pruebe– por la Corona española y contó con la ayuda de la Inquisición, que, a decir de estos investigadores, son los “responsables de la desaparición de miles de libros de la historia catalana”. La lista de personajes que han sido rescatados de esta malsana manipulación es impresionante. Teresa de Ávila, por ejemplo, no era de esa ciudad castellana, sino de Barcelona. De hecho, su verdadero nombre fue Teresa de Cardona, que durante 41 años fue la abadesa del monasterio de Pedralbes. ¿Que Teresa de Cardona falleció en 1562 y Teresa de Ávila en 1582? No importa. Todo es susceptible de haber sido falsificado.
ESTOS ‘REVISIONISTAS’ HAN DADO CON MÁS CASOS. Así, el Cid no fue un individuo, sino un linaje de nobles catalanes; Leonardo da Vinci habría nacido “en alguna localidad cercana a Montserrat”; y Marco Polo fue Jaume Alarich, un comerciante de Perpiñán. Además, gran parte de la literatura castellana de los siglos XV y XVI –como La Celestina y El lazarillo de Tormes– fue, en realidad, catalana. Lo que sucede es que los inquisidores eliminaron cualquier rastro de su origen. Es más, El Quijote es, en verdad, una mala traducción de El Quixot, de Joan Miquel Servent –conocido como Miguel de Cervantes–, natural de Jijona.
EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA HABÍA SIDO ASIMISMO una empresa catalana: Colón se llamaba Joan Colom i Bertran, nieto del fundador del primer banco público del mundo y antepasado directo del expresidente de la Generalitat, Artur Mas; y las naves salieron de Pals, en el Ampurdán. La maquinaria de destrucción histórica de la que hizo gala la Corona española fue tan perfecta que no dejaron la más mínima prueba de su misma existencia. Podemos imaginar a miles de emisarios recorriendo todos los rincones de la geografía catalana eliminando cualquier prueba que pudiera delatarlos. Pero, entonces, ¿cómo la han descubierto estos investigadores? “Leyendo entre líneas”, dicen.