EL MISTERIOSO CAMPO MAGNÉTICO DE LAS PLANTAS CARNÍVORAS
Las venus atrapamoscas (Dionaea muscipula), unas plantas carnívoras nativas del sureste de Estados Unidos, cuentan con un mecanismo de captura tan especializado que son capaces de distinguir si en su trampa ha caído una gota de agua o uno de los insectos o arácnidos que forman parte de su dieta.
Cuando es así, aquella se cierra en apenas una décima de segundo y, además, según ha descubierto un equipo de investigadores de distintas instituciones alemanas, se genera un minúsculo campo magnético, un tipo de actividad muy poco documentada en el mundo vegetal. BIOMAGNETISMO. Como explican en la revista Scientific Reports, aquel es millones de veces más pequeño que el de la Tierra, y parece ser un subproducto de la energía eléctrica que recorre sus hojas, más o menos como sucede con los impulsos nerviosos en los animales.
Para dar con él, utilizaron un magnetómetro atómico, un dispositivo que emplea como sensor una celdilla de vidrio que contiene vapor de átomos alcalinos, capaz de captar leves alteraciones en los campos magnéticos próximos. En el futuro, una técnica parecida podría emplearse para determinar de qué modo reaccionan las plantas ante ciertos compuestos químicos o cambios súbitos de temperatura y ayudar a mejorar los cultivos.