La frenología
Aprincipios del siglo XIX irrumpió la frenología, desarrollada por el neuroanatomista alemán Franz Joseph Gall y popularizada en la Inglaterra victoriana por el abogado escocés George Combe. Se trataba de una pseudociencia que pretendía correlacionar los rasgos externos del cráneo con las capacidades cerebrales y que rápidamente se convirtió, entre otras cosas, en un instrumento para justificar el racismo y la discriminación de género. La frenología afirmaba que era posible determinar el carácter y los rasgos de personalidad de un individuo, así como sus posibles tendencias criminales, en base a la forma de la cabeza y las facciones, lo que podría facilitar, por ejemplo, la investigación policial. Sin embargo, a pesar de que es cierto que las funciones del cerebro se distribuyen en diferentes zonas de este órgano, eso no se refleja en la estructura del cráneo.
Durante muchas décadas, esta peculiar teoría tuvo un éxito considerable y fue utilizada para intentar explicar que las características del cráneo de los varones de raza blanca eran reflejo de una mente superior. Algunos antropólogos, por ejemplo, medían la capacidad craneal con métodos rudimentarios (algunos llegaban a llenar las cabezas con alpiste o perdigones para medir su volumen), y manipulaban los estudios para concluir que los blancos poseían un cerebro más grande, lo que se consideraba una prueba evidente de que eran más inteligentes. Con todo, la frenología nunca llegó a estar muy considerada en los ambientes científicos y académicos, y a principios del siglo XX su influencia prácticamente desapareció.