Kiss II. Roy Lichtenstein
Este es posiblemente el beso más caro de la historia del arte. Subastado en 1990, el original alcanzó una cifra de adjudicación de seis millones de dólares y fue adquirido por un anónimo comprador japonés, un millonario procedente de esa cultura que como hemos mencionado antes no destaca especialmente por los besos. Este es un beso de cómic.
Fue pintado en 1962 por Roy Lichtenstein, uno de los máximos representantes junto a Warhol de ese movimiento reivindicativo de la cultura popular elevada a las cumbres del arte llamado pop art. Kiss II es un beso de esos que podríamos encontrar al hojear un tebeo, particularmente de aquellos para jovencitas de clase media norteamericanas de los años sesenta, en ese preciso momento en el que los guapos protagonistas se declaran su amor y unen apasionadamente sus labios. Es un beso plano y primario, como lo son sus tintas y su composición, alejada de las interpretaciones profundas e inquietantes que podríamos haber extraído de propuestas anteriores. Pero que conste que la calificación de evidente y superficial hacia el beso y la propuesta no está dicha en tono despectivo, pues esa es precisamente la fuerza del pop art: poner en cuestión lo elevado o hacer de lo cotidiano algo digno de elevación. Así que casi podríamos decir que en su ingenuidad y en la comprensión que cualquier adolescente pudiera hacer de él, radica su originalidad y su ironía. Si en Magritte un beso quizá nunca fuera un beso, aquí un beso es indiscutiblemente un beso y nada, absolutamente nada, más que un beso.