La locura de la pradera
Se conoce como locura o fiebre de la pradera a una aflicción que afectó durante el siglo XIX a los colonos que intentaban establecerse en las tierras aún vírgenes del oeste de los Estados Unidos. Quienes la padecían sufrían depresión, ensimismamiento, cambios de carácter y ataques violentos a otros. A veces, el afectado terminaba por suicidarse o automutilarse.
Se cree que este mal se debía a las duras condiciones de vida y de aislamiento en las que vivían aquellas gentes. Las granjas estaban muy distantes entre sí, lo que obligaba a los colonos a vivir exclusivamente de su trabajo y a tener poco o nulo contacto con sus vecinos, solo en ocasiones excepcionales como bodas, defunciones u otras celebraciones. Los inviernos eran largos, fríos y duros, con ventiscas constantes y veranos cortos pero muy calientes. Una tierra hostil y, a menudo, no muy productiva.
Otro factor pudo ser que los colonos no fuesen expertos granjeros o ganaderos. Muchos habían dejado su vida y sus trabajos atrás, para iniciar un nuevo futuro en aquellas tierras. Y no todos hablaban el mismo idioma, con lo que el aislamiento se hizo aún más profundo. Los escritos de la época, tanto diarios como relatos de viajeros, señalan que las personas afectadas por esta aflicción presentaban llantos constantes, vestir desaliñado y una propensión a la depresión y al trato hostil. Durante el siglo XX, este mal fue desapareciendo, seguramente, por la mejora de las comunicaciones, con el telégrafo y el ferrocarril como exponentes; el incremento de las ciudades y el crecimiento de la población.