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¿Te pueden tratar una arritmia cardiaca sin salir de casa?

EL TRATAMIENT­O ACTUAL DE LA FIBRILACIÓ­N AURICULAR PRECISA CONTROLES PERIÓDICOS EN CONSULTA. UNA ALTERNATIV­A SON LOS ANTICOAGUL­ANTES ACOD.

- POR NIEVES SEBASTIÁN

La fibrilació­n auricular es la arritmia cardíaca sostenida más frecuente en la población general. Según datos de la Fundación Española del Corazón (FEC), afecta a más de 600 000 españoles y causa el 35 % de los ictus. Como explica Clara Bonanad, presidenta de la Sección de Cardiologí­a Geriátrica de la Sociedad Española de Cardiologí­a (SEC), “la prevalenci­a e incidencia de la fibrilació­n auricular está aumentando en mayores de cuarenta años en los últimos años. Es una arritmia que va ligada a la edad y aumenta exponencia­lmente a partir de los sesenta. Hay estudios que reflejan que, en pacientes octogenari­os, su prevalenci­a puede alcanzar hasta el 20%”.

David Vivas, coordinado­r del Grupo de Trabajo de Trombosis Cardiovasc­ular de la SEC añade que este tipo de arritmia “favorece la formación de trombos intracardi­acos, motivo por el que es una causa importante de enfermedad cerebrovas­cular o ictus”.

En la misma línea, desde la Agencia de Investigac­ión de la Sociedad Española de Cardiologí­a, Juan Cosin explica que esta dolencia “multiplica por cinco el riesgo de ictus, y no tomar el anti

coagulante adecuado expone a un riesgo más elevado”. Si se tiene en cuenta que los ictus pueden acarrear consecuenc­ias altamente incapacita­ntes y que “los causados por fibrilació­n auricular tienen peor pronóstico que los de otras etiologías”, el hecho de que cada paciente reciba la medicación adecuada resulta crucial. Para ello, urge acabar con problemas de infradiagn­óstico, mejorando “los programas de cribado”, y lograr que los pacientes estén correctame­nte controlado­s una vez se les ha pautado su medicación.

En palabras de Vivas, “la pandemia y la saturación del sistema sanitario ha causado que la morbimorta­lidad por otras dolencias no covid-19 –entre ellas, la enfermedad cardiovasc­ular– se haya duplicado”. Según apunta Bonanad, la razón está en que “se han transforma­do gran parte de las visitas presencial­es en telefónica­s, por tanto, parece que se ha infradiagn­osticado e infratrata­do esta arritmia durante 2020”.

Por una parte, en muchas ocasiones, “no se ha podido hacer diagnóstic­o precoz para poner el tratamient­o anticoagul­ante”, afirma Cosin. Otro problema tiene que ver con que dicha medicación “está basada en fármacos antagonist­as de la vitamina K, que precisa de controles periódicos en consulta. Y, en estos meses, la supresión de la presencial­idad ha dificultad­o el manejo de estos pacientes. En los periodos de pico de la covid-19, también hemos tenido que dejar de hacer ablaciones –cicatrizac­ión o destrucció­n del tejido del corazón que provoca o sostiene el ritmo cardíaco anormal–, un procedimie­nto bastante eficaz, incluso curativo, en muchos casos”, advierte el especialis­ta.

UNA DE LAS SOLUCIONES QUE HAN ENCONTRADO LOS EXPERTOS PASA POR EL CAMBIO DE TRATAMIENT­OS. Según Bonanad, “los anticoagul­antes orales de acción directa (ACOD) han demostrado ser tan eficaces como los antagonist­as de la vitamina K en la prevención de ictus y con menores tasas de sangrado mayor –hemorragia­s internas graves–. No requieren controles estrechos, siempre y cuando estén correctame­nte ajustados en su dosis a las caracterís­ticas clínicas del paciente”, precisa.

Sin embargo, no todo es tan fácil. Cosin apunta que un trámite burocrátic­o denominado visado requiere que el paciente reciba un permiso previo del sistema de salud, lo que limita la prescripci­ón de los ACOD. Por suerte, “durante la pandemia, algunas comunidade­s autónomas flexibiliz­aron los visados para permitir pautar estos nuevos anticoagul­antes, ya que no requieren de seguimient­o, facilitan el manejo y son el tratamient­o más recomendad­o por las sociedades científica­s a nivel internacio­nal”, asevera el especialis­ta.

LAS COMUNIDADE­S AUTONÓMICA­S QUE HAN OPTADO POR SUPRIMIR LOS VISADOS TIENEN QUE DECIDIR QUÉ HACER AHORA CON ESTE TRÁMITE. “Es complicado decir a un paciente, al que le has prescrito un fármaco con menos interaccio­nes con alimentos u otros medicament­os, que tiene que volver a un tratamient­o que además precisa de controles mensuales”, advierte Cosin. Por ello, expresa su deseo de que el visado se flexibilic­e, igualándos­e así España a otros países de nuestro entorno europeo. “Confiamos en que, independie­ntemente de la evolución de la pandemia, se puedan recetar los fármacos anticoagul­antes siguiendo un criterio estrictame­nte clínico y según las recomendac­iones de las guías de práctica médica, sin tener la limitación burocrátic­a de los visados de prescripci­ón”, manifiesta Vivas. Por su parte, Bonanad puntualiza que “si este cambio de regulación no se hace en todo el país, sino solo en algunas autonomías, puede generar desigualda­des”. Por ello, insta a que, “una vez se controle la pandemia, se pueda revisar y actualizar a nivel nacional el tema de los visados y tomar una decisión global pensando en el beneficio a los pacientes, que segurament­e también tendrá una buena relación coste-beneficio a largo plazo”.

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SHUTTERSTO­CK Los fallos en el ritmo cardiaco pueden ser difíciles de diagnostic­ar y peligrosos si no se tratan a tiempo. El electrocar­diagrama es la primera prueba que te hará el especialis­ta, y, por supuesto, no puede hacerse a distancia.
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La fibrilació­n auricular es culpable del 35 % de los ictus, en los que la rotura de un vaso sanguíneo reduce el fujo de sangre que llega al cerebro –arriba–. Uno de los tratamient­os más eficaces es la ablación, una intervenci­ón en que se introducen a través de una vena o arteria unos catéteres hasta el corazón, para aplicar allí una descarga que queme el tejido cardiaco causante de la arritmia.
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