Así adquirimos nuestro viroma
Los virus no pueden sobrevivir por sí mismos. En nuestro organismo, su material genético se integra en el genoma de las bacterias que nos colonizan y en el de las propias células. Su número es verdaderamente astronómico. ¿Cómo los adquirimos? “Hay dos vías –nos explica el patólogo estadounidense David Price–. Cuando nacemos, tenemos que atravesar el canal del parto y entramos en contacto con las bacterias de nuestra madre, y muchas de ellas albergan virus. La segunda es nuestra constante exposición a los virus. Están por todas partes, no existe la forma de librarse de ellos”.
La totalidad de los virus que nos habitan, es decir, el viroma humano, apenas empieza a atisbarse. Por ejemplo, de los cien tipos conocidos de virus del herpes, nueve viven muy a gusto en nosotros. Las molestas llagas bucales, por ejemplo, son causadas por un herpes simple de tipo 1, un virus durmiente en las células nerviosas. Nuestras bocas son hábitats confortables para virus como el de Epstein-Barr (que provoca mononucleosis, lupus y se asocia a varios tipos de cáncer); el citomegalovirus (a veces relacionado con la neumonía); los anellovirus y los circovirus, que no se han vinculado con enfermedad alguna. De causar los herpes genitales se encarga el herpes simple de tipo 2. La vagina es el hogar de un bacteriófago que infecta a las bacterias Lactobacillus. El tracto urinario contiene el virus del papiloma humano y los del género Polyomaviridae, del que se conocen cien especies, asociadas a ciertas dolencias en pacientes con el sistema inmune deprimido.
La leche materna contiene un tipo de bacteriófago llamado Myoviridae, inofensivo para el bebé. En el sistema respiratorio tenemos los Redondoviridae, que no nos enferman, o el bacteriófago T12, que infecta a los estreptococos y no nos daña; la piel humana alberga al virus de la varicela-zóster y al del papiloma; y el sistema digestivo, como era de esperar, contiene una variedad aún más grande, incluidos bacteriófagos que tienen a la muy abundante Escherichia coli entre sus presas predilectas.