AMIGUISMO CIENTÍFICO
La reforma de la ley de la ciencia que el Gobierno está diseñando ha enfadado a los investigadores. Nadie puede dudar de la precariedad laboral del sistema científico español: la edad con la que un investigador obtiene un puesto de trabajo estable es de 43 años. Pues bien, la idea que maneja ahora Pedro Duque es que para ser científico del Estado hay que pasar por lo que el mundo anglosajón llama tenure track. Esto es, si quieres ser funcionario te tienen a prueba unos años para que al final demuestres tu valía ante un tribunal de méritos. Claro que si no quieren contratarte –o no pueden–, pues no lo hacen. Y a la calle.
SI AHORA PRETENDES SER CIENTÍFICO-FUNCIONARIO también tienes que pasar por un proceso similar: alguien debe evaluar tus méritos. Hasta a Ramón y Cajal le ocurrió cuando quiso ser catedrático. Sus colegas alemanes, atónitos, le preguntaban: “¿Pero quién le va a examinar a usted?”. El problema de fondo no es solo la precariedad del sistema, sino que nadie alza la voz contra su mayor vicio, el famoso “qué hay de lo mío”. Aunque seas el más listo en tu campo, si optas a un centro en el que hay un candidato de la casa, sueles tenerlo difícil. Es algo tan común que hasta tiene nombre: oposiciones con bicho.
ESTO LO VI CUANDO ME PRESENTÉ A UNA PLAZA en la Escuela Universitaria de Huesca. Éramos tres candidatos: el de la casa, un servidor y otro que llevaba veinte años malviviendo con contratos asociados a proyectos en el CSIC. Su currículo era para caerse de espaldas, mientras que el de la casa solo tenía tres artículos publicados en la revista de la Real Academia de Ciencias de Zaragoza, a la cual tengo mucho cariño, pero que no está entre las mejores del circuito científico. Hasta yo, que acababa de terminar el doctorado, había publicado en revistas de mayor impacto. Adivinen quién se llevó la plaza. Eso sí, todo legalmente. Para asegurar la objetividad, el tribunal asigna puntos a lo que va a valorar. Si se hace bien, sirve para eso, pero también para que te topes con paradojas, como que puntúe más ser alumno de un curso que tú has dirigido.
PUES BIEN, EL PASADO FEBRERO DECIDÍ HACER UNA PRUEBA. La Universidad Autónoma de Madrid convocaba una plaza temporal para su Unidad de Cultura Científica donde pedían “formación reconocida en periodismo científico y experiencia en divulgación científica” y decidí presentarme. De algo me valdría haber dirigido más de una docena de proyectos, ser director de cursos de divulgación en España y Latinoamérica y un cuarto de siglo dedicado a la comunicación de la ciencia. Tras enviar el currículo me acordé de aquellas oposiciones en Huesca. El tribunal escogió a una persona que había terminado sus estudios el año pasado. ¿Sabéis en qué universidad?