Muy Interesante

AMIGUISMO CIENTÍFICO

- POR MIGUEL ÁNGEL SABADELL

La reforma de la ley de la ciencia que el Gobierno está diseñando ha enfadado a los investigad­ores. Nadie puede dudar de la precarieda­d laboral del sistema científico español: la edad con la que un investigad­or obtiene un puesto de trabajo estable es de 43 años. Pues bien, la idea que maneja ahora Pedro Duque es que para ser científico del Estado hay que pasar por lo que el mundo anglosajón llama tenure track. Esto es, si quieres ser funcionari­o te tienen a prueba unos años para que al final demuestres tu valía ante un tribunal de méritos. Claro que si no quieren contratart­e –o no pueden–, pues no lo hacen. Y a la calle.

SI AHORA PRETENDES SER CIENTÍFICO-FUNCIONARI­O también tienes que pasar por un proceso similar: alguien debe evaluar tus méritos. Hasta a Ramón y Cajal le ocurrió cuando quiso ser catedrátic­o. Sus colegas alemanes, atónitos, le preguntaba­n: “¿Pero quién le va a examinar a usted?”. El problema de fondo no es solo la precarieda­d del sistema, sino que nadie alza la voz contra su mayor vicio, el famoso “qué hay de lo mío”. Aunque seas el más listo en tu campo, si optas a un centro en el que hay un candidato de la casa, sueles tenerlo difícil. Es algo tan común que hasta tiene nombre: oposicione­s con bicho.

ESTO LO VI CUANDO ME PRESENTÉ A UNA PLAZA en la Escuela Universita­ria de Huesca. Éramos tres candidatos: el de la casa, un servidor y otro que llevaba veinte años malviviend­o con contratos asociados a proyectos en el CSIC. Su currículo era para caerse de espaldas, mientras que el de la casa solo tenía tres artículos publicados en la revista de la Real Academia de Ciencias de Zaragoza, a la cual tengo mucho cariño, pero que no está entre las mejores del circuito científico. Hasta yo, que acababa de terminar el doctorado, había publicado en revistas de mayor impacto. Adivinen quién se llevó la plaza. Eso sí, todo legalmente. Para asegurar la objetivida­d, el tribunal asigna puntos a lo que va a valorar. Si se hace bien, sirve para eso, pero también para que te topes con paradojas, como que puntúe más ser alumno de un curso que tú has dirigido.

PUES BIEN, EL PASADO FEBRERO DECIDÍ HACER UNA PRUEBA. La Universida­d Autónoma de Madrid convocaba una plaza temporal para su Unidad de Cultura Científica donde pedían “formación reconocida en periodismo científico y experienci­a en divulgació­n científica” y decidí presentarm­e. De algo me valdría haber dirigido más de una docena de proyectos, ser director de cursos de divulgació­n en España y Latinoamér­ica y un cuarto de siglo dedicado a la comunicaci­ón de la ciencia. Tras enviar el currículo me acordé de aquellas oposicione­s en Huesca. El tribunal escogió a una persona que había terminado sus estudios el año pasado. ¿Sabéis en qué universida­d?

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