¿Es la realidad la misma en todas partes?
En cualquier rincón del universo conocido en el que nos encontremos, las leyes de la naturaleza serán las mismas. Este postulado fundamental de la física, conocido como principio cosmológico, nos indica que el trozo de universo que habitamos es una muestra representativa del resto. Hasta donde sabemos, esto es cierto. Sin duda, en las partes del cosmos que podemos observar, las leyes de la física son “misteriosamente las mismas”, señala el físico Richard Bower, de la Universidad de Durham (Reino Unido). Pero una cuestión clave en esta afirmación es justo esa: las partes que podemos observar. ¿Qué pasa con las que no vemos?
Hay regiones del universo que no están a la vista ni lo estarán nunca. No se trata de los exóticos universos paralelos surgidos de la teoría de cuerdas o la mecánica cuántica, sino una consecuencia inevitable de la cosmología. Dado que el universo se expande a velocidades de vértigo, pero la velocidad de la luz es finita, sus regiones más alejadas han desaparecido tras el horizonte cósmico, fuera de nuestro alcance para siempre, ya que la radiación que emiten nunca llegará hasta nosotros. El universo conocido a este lado del horizonte se extiende a lo largo de unos 46 500 millones de años luz en todas direcciones. ¿Cuánto más hay detrás de eso? No se sabe, pero es posible que al otro lado del horizonte haya sitios en los que las leyes de la física sean diferentes.
Una razón para creer que esto puede ser cierto es la forma extraña y arbitraria en que nuestras leyes favorecen la vida. Los cosmólogos llaman a esto el ajuste fino del universo. Si cualquiera de las leyes de la física fuese ligeramente distinta, no podríamos existir. Pongamos un ejemplo: si la fuerza nuclear que mantiene los protones y neutrones juntos dentro de los átomos fuera ligeramente más intensa, el Sol habría explotado mucho antes de que comenzara la vida en la Tierra.
Hay muchas más muestras de ese ajuste fino, que colectivamente se conocen como la paradoja de Ricitos de Oro, por el hecho de que tantas leyes sean exactamente como se necesita que sean. Y es, efectivamente, paradójico. “No hay explicación de por qué tienen el valor que tienen”, afirma Bower.
“Lo único que puedes decir es que esto es lo que hay”.
Las posibilidades de que exista un universo con las especificaciones exactas para permitir la vida tal como la conocemos son tan pequeñas que muchos físicos argumentan que tiene que haber otros sitios donde sean distintas. Da la casualidad de que vivimos en un lugar en el que la vida es posible porque, claro, no podría ser de ninguna otra forma.
Esto es lo que ocurre en nuestro universo, pero casi con toda seguridad hay otros. Los multiversos son el resultado de muchas teorías, entre ellas la física de los agujeros negros y la teoría de cuerdas. No todas producen leyes físicas distintas, pero sí algunas. La teoría de cuerdas, por ejemplo, habla de 10 500 universos, cada uno con sus propias leyes. ¿Podremos saber algún día si algo de esto es verdad? El
caso es que si existen otros universos, lo más probable es que sean inaccesibles. “En principio, las teorías sobre los multiversos deben tomarse en serio, pero las propuestas para probar su existencia no llegan muy lejos”, señala Simon Friederich, de la Universidad de Groninga (Países Bajos).
De momento, tenemos que estudiar lo que somos capaces de ver, lo cual tiene un aspecto positivo: hace que la realidad sea manejable. “Si solo hay un universo, tenemos muchas posibilidades de averiguar básicamente todo sobre la física”, asegura Tim Blackwell, un experto en inteligencia artificial de la Universidad de Londres (Reino Unido). Por desgracia, eso sería como dar por sentado que se entiende toda la biodiversidad simplemente catalogando la vida que hay en una pequeña isla. Es muy probable que la realidad sea distinta en algún sitio, pero el cosmos es demasiado grande para saberlo con certeza.