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El protoplane­ta Vesta

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Vesta se formó poco después del nacimiento del Sistema Solar y cuenta con corteza, manto y núcleo, como la Tierra

Vesta se encuentra en el cinturón principal de asteroides, entre Marte y Júpiter, y es una auténtica rareza –en la imagen de la derecha, su polo sur–. Y no solo por su gran tamaño –tiene un diámetro de unos 530 kilómetros–, sino porque, a diferencia de la mayoría de las demás rocas espaciales de este tipo, cuenta con corteza, manto y núcleo, como la Tierra. De hecho, los científico­s consideran que es un protoplane­ta, es decir, una especie de embrión planetario a partir del cual no ha llegado a desarrolla­rse un mundo propiament­e dicho. Arrojar algo de luz sobre este asunto fue uno de los objetivos de la sonda espacial Dawn de la NASA, que sobrevoló el asteroide entre los años 2011 y 2012, antes de partir rumbo al planeta enano Ceres.

Los datos aportados por la Dawn revelaron que 4 Vesta –su nombre oficial– se formó entre uno y dos millones de años después del nacimiento del Sistema Solar. El material radiactivo contribuyó a calentar y derretir sus diferentes elementos, de tal forma que los compuestos más densos se hundieron hasta el núcleo y los de menor densidad ascendiero­n. “Aunque el magma, los flujos de lava, el derretimie­nto y otros procesos volcánicos son importante­s en la historia de nuestro barrio galáctico, es raro haber encontrado rocas basálticas en un cuerpo pequeño como Vesta. Por eso, es especial en muchos sentidos”, explica Amy J. Lovell, profesora del Departamen­to de Física y Astronomía del Agnes Scott College (EE. UU.), que ha formado parte de la citada misión Dawn.

Esta científica está covencida de que en los próximos años se enviarán nuevas sondas a sus proximidad­es para estudiarlo en más detalle e incluso detenerse en él. Mientras tanto, “los telescopio­s terrestres y espaciales seguirán aportándon­os valiosos datos sobre Vesta y ampliarán nuestros conocimien­tos sobre otros protoplane­tas supervivie­ntes del sistema”, indica.

 ??  ?? La misión Dawn de la NASA captó un antiguo flujo de materiales –aquí, en rojo y azul–, en el interior y los alrededore­s del cráter Arelia, de 4,3 km de diámetro, en Vesta.
La misión Dawn de la NASA captó un antiguo flujo de materiales –aquí, en rojo y azul–, en el interior y los alrededore­s del cráter Arelia, de 4,3 km de diámetro, en Vesta.

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