Trenes, aviones y...
El más brillante de los muchos usos nuevos que se promocionan para el hidrógeno es el transporte. Los automóviles de hidrógeno han flaqueado antes, debido a los vaivenes en el petróleo y a que los coches eléctricos emergieron como una tecnología viable. Pero, para los vehículos más grandes, las baterías necesarias son grandes y pesadas, lo que posiblemente abre las puertas al hidrógeno.
Dos trenes movidos por hidrógeno, construidos por la empresa Alstom, empezaron a funcionar de forma comercial en Alemania, en 2018, y uno más en Austria, en 2020. El Reino Unido también ha estado probando esta tecnología gaseosa en su red ferroviaria.
Pero no solo eso. El alto contenido energético del hidrógeno en relación con su peso también ha llamado la atención de los fabricantes aeronáuticos. En 2020, el Reino Unido se estrenó con su primer vuelo de un avión de pasajeros de hidrógeno de seis plazas, mientras que la firma aeroespacial europea Airbus presentó tres modelos conceptuales.
“Cuando nos dirigimos a aplicaciones comerciales más grandes, vemos la necesidad de hidrógeno, porque en términos muy simples tiene miles de veces más energía por kilogramo que las mejores baterías de la actualidad”, indica Glenn Llewellyn, de Airbus. Asimismo, Julian Renz, de la compañía de aviación ecológica ZeroAvia, que realizó el vuelo de prueba de seis plazas, cree que los aviones impulsados por hidrógeno serán más baratos de mantener que los eléctricos, debido al ciclo de vida limitado de las baterías.