La asfixia asesina
En una avalancha humana en espacios abiertos los heridos suelen presentar politraumatismos. Solo en algunos casos de traumatismos craneoencefálicos, toracoabdominales o medulares, la situación puede convertirse en grave o derivar en la muerte. Pero los espacios cerrados son potenciales ataúdes si las medidas de seguridad para una evacuación rápida no se cumplen. El deceso común en estos casos es la asfixia compresiva, también conocida como asfixia traumática o por compresión. Se trata de una compresión toracoabdominal de tipo mecánico. Es decir, un objeto comprime el pecho hasta el punto de que impide la expansión torácica y el descenso del diafragma. Es la típica causa de defunción en un derrumbe o en un accidente de tráfico en el que el cuerpo queda atrapado entre el asiento y el volante. Y también en los aplastamientos por multitudes, como sucedió en varias tragedias ocurridas en estadios de fútbol.
En estos casos se presentan los signos clásicos de asfixia, como una cianosis muy marcada en el rostro. En los supervivientes se aprecia el síndrome de Monrestin, en el que el conjunto de signos faciales indican que estamos ante un caso de máscara equimótica. Tanto los supervivientes como los fallecidos por asfixia traumática muestran la característica coloración azulada en la cara debido a las hemorragias petequiales por salida de eritrocitos desde capilares dañados.