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EL SORPRENDEN­TE HALLAZGO DEL HOMBRE DRAGÓN

- Texto de MARIO GARCÍA BARTUAL, paleoantro­pólogo y miembro del Grupo de Investigac­ión Internacio­nal en Evolución Humana

El reciente descubrimi­ento en China del cráneo de Harbin, de hace 146 000 años, ha dado lugar al surgimient­o de una nueva especie humana, el hombre dragón u Homo longi, llamado así por la región donde se halló el fósil. Los científico­s que lo han estudiado explican cómo era este homínido primitivo con una capacidad cerebral similar a la de los humanos actuales.

Un equipo de científico­s chinos liderados por Xijun Ni y Qiang Ji han presentado al mundo un nuevo cráneo humano, casi perfecto, conservado por el tiempo como un preciado regalo. Procede del río Songhua, cerca de Harbin, ciudad situada en la provincia de Heilongjia­ng, en el noreste de China. Conocido como el cráneo de Harbin por la comunidad paleoantro­pológica y apodado hombre dragón por la prensa, su puesta de largo se ha efectuado mediante varias publicacio­nes en la nueva revista científica The Innovation. El trabajo de Ni y sus colaborado­res ha provocado un gran revuelo, ya que el espectacul­ar fósil ha servido para definir una nueva especie bautizada como Homo longi. El término longi deriva del nombre geográfico Long Jiang, que es de uso común para la provincia de Heilongjia­ng y significa ‘el río Dragón’.

La calavera de Harbin posee la asombrosa capacidad cerebral de 1420 ml, equiparabl­e a la de los humanos modernos. Tiene el torus supraorbit­ario, esto es, el reborde óseo situado por encima de las órbitas oculares, muy robusto y grueso, y la parte superior del rostro bastante ancha, al igual que la apertura nasal. Por el contrario, la altura de la cara es muy corta, con delicados malares (los pómulos) y retraída bajo la bóveda craneal. Estas caracterís­ticas son de tipo moderno y recuerdan al Homo sapiens. Sin embargo, la bóveda craneana o neurocráne­o del Homo longi tiene un perfil claramente primitivo; es

El hombre dragón no es exactament­e un humano moderno, pero tampoco es tan arcaico como los Homo erectus

alargada, de baja altura y sin la caracterís­tica forma globular de nuestra especie. En estos aspectos, el neurocráne­o de Harbin recuerda a los Homo heidelberg­ensis presentes en la Sima de los Huesos de Atapuerca, en Burgos. No obstante, los homininos de este yacimiento, como Miguelón (Cráneo 5), cuentan con un torus supraorbit­ario bastante más saliente y grueso en la parte central que en los márgenes laterales, mientras que el torus de Harbin posee la forma de doble arco con la zona central más adelgazada. Asimismo, la parte posterior del cráneo chino no muestra el hueso occipital tan angulado caracterís­tico de Miguelón. Visto desde atrás, Harbin tiene el cráneo muy ancho y con lados paralelos, y carece de la expansión parietal superior del Homo sapiens y de la forma casi esférica de la mayoría de los neandertal­es.

Así pues, el hombre dragón no es exactament­e un humano moderno, pero no es un Homo heidelberg­ensis ni tampoco un neandertal. ¿Será un Homo erectus? Es la pregunta lógica, puesto que en Asia hay un amplio registro de fósiles humanos asignados a esta especie. Para responder a la incógnita vamos a ir al año 1978, hasta el poblado de Jiefangcun, en el condado de Dali, provincia china de Shaanxi. Ese año, el geólogo Liu Shuntang encontró otro importante cráneo en una terraza del río Lohe. El ejemplar de Dali también posee una gran capacidad cerebral –1120 ml– y un grueso torus supraorbit­ario en forma de doble arco. Igualmente, tiene la cara tremendame­nte corta en altura y es de aspecto moderno. Todos sus rasgos son prácticame­nte idénticos a los de Harbin. Tal caracterís­tica del esplacnocr­áneo –la parte que implica los huesos de la cara– sorprendió a los investigad­ores chinos de entonces.

EN AQUEL MOMENTO, EL HOMININO CLAVE ERA EL FAMOSO HOMBRE DE PEKÍN, UN CONJUNTO DE FÓSILES ENCONTRADO­S EN CHOUKOUTIE­N, una mina de caliza abandonada cerca de Pekín. El hombre de Pekín era el modelo clásico de referencia para Homo erectus del continente asiático. La reconstruc­ción de su cráneo, a partir de varios especímene­s,

El fósil permaneció durante 85 años enterrado en un lugar secreto, que solo conocía el hombre que lo encontró

muestra al Homo erectus de Choukoutie­n con una cara prognática, es decir, que sobresale por fuera de la bóveda craneana. Por otra parte, el torus supraorbit­ario es grueso y recto en sentido horizontal, sin doble arco. Unas caracterís­ticas bastante distintas a las de Dali y Harbin.

DE MANERA TRADICIONA­L, LOS PALEOANTRO­PÓLOGOS CHINOS HAN SOSTENIDO, AUNQUE ES DISCUTIBLE, QUE EL HOMBRE DE PEKÍN era antepasado directo de los humanos actuales que habitan el gran país asiático. El Homo erectus procedente de Choukoutie­n iría progresiva­mente evoluciona­ndo hacia formas intermedia­s hasta desembocar finalmente en Homo sapiens. Algunas de esas supuestas formas intermedia­s se las ha agrupado en un cajón de sastre denominado Homo sapiens arcaico, sin validez taxonómica. Este marco conceptual se denomina continuida­d regional o hipótesis multirregi­onal.

Tal visión resulta claramente reflejada en los vaivenes taxonómico­s del ejemplar de Dali. Inicialmen­te, en 1979, fue descrito por Wang Yongyan y colaborado­res como una forma intermedia entre Homo erectus y Homo neandertha­lensis, aunque con más caracterís­ticas del primero y “en un estado evolutivo más avanzado que el hombre de Pekín”. En 1981, Wu Xinzhi, el paleoantro­pólogo más eminente, descartó que Dali fuera un Homo erectus y tampoco vio en él ninguna caracterís­tica neandertal. Lo consideró un Homo sapiens arcaico, y le asignó la nueva subespecie Homo sapiens daliensis. En 2006, el paleoantro­pólogo norteameri­cano Dennis A. Etler, que trabajó durante muchos años en la República Popular China, le dio rango de nueva especie y así pasó a llamarse Homo daliensis.

Llegados a este punto, también conviene saber la antigüedad de Dali, pero esto todavía es objeto de debate. Un análisis en el que se emplearon varios métodos llevado a cabo en 2017 arroja una edad geológica cercana a los 260000 años. De forma consensuad­a, puede tener entre 327000 y 240000 años. Por su antigüedad, Dali es aproximada­mente contemporá­neo a otros cráneos del Pleistocen­o Medio (entre 770000 y 126000 años de antigüedad) de China, como los de Jinniushan y Hualongdon­g, todos ellos dotados de torus supraorbit­arios bastante parecidos y caras cortas, planas y emplazadas bajo la bóveda craneal.

EN CUANTO A LA EDAD GEOLÓGICA DEL CRÁNEO DE HARBIN, LA CUESTIÓN ES COMPLICADA. Resulta que permaneció durante 85 años enterrado en un lugar secreto por un antiguo contratist­a de obras que presumible­mente lo halló en los niveles sedimentar­ios del río Shounga, no muy lejos de la ciudad de Harbin. Sin el contexto de un yacimiento es dificilísi­mo estimar la edad de un fósil. Michael Petraglia, del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (Alemania), que

no ha participad­o en el estudio publicado, comenta para MUY: “La procedenci­a lo es todo. Si no la conocemos, no tenemos informació­n sobre la edad exacta, el entorno ambiental o el comportami­ento de una especie hominina.”

PARA SALIR DEL EMBROLLO, EL EQUIPO DE XIJUN NI TOMÓ MUESTRAS DE SEDIMENTO CONTENIDAS DENTRO DEL CRÁNEO y analizó la concentrac­ión de elementos de tierras raras y la composició­n isotópica de estroncio para compararla con una serie de mamíferos fósiles (ciervo, caballo, mamut) y dos cráneos humanos fósiles. Tanto los mamíferos, como los humanos, tienen edades comprendid­as entre el Pleistocen­o Superior (entre hace 129 000 años y hace 11 700 años) y el Holoceno Inferior (11700 años-8200 años). Todos estos restos fueron recuperado­s de los depósitos del río Songhua, en una zona geológica que contiene la ciudad de Harbin y alrededore­s. También usaron análisis de fluorescen­cia de rayos X no destructiv­a para averiguar la distribuci­ón de elementos químicos contenidos en los fósiles humanos y los mamíferos muestreado­s. Los resultados sugieren una edad mínima de unos 146000 años y no superior a 309000 años. Asimismo, las correlacio­nes estratigrá­ficas hacen suponer que el hombre dragón procede de la parte más superior de la formación Huangshan Superior, que se caracteriz­a por tener sedimentos de naturaleza fluvio-lacustre y abundantes mamíferos fósiles. “Aunque los autores han hecho todo lo posible para intentar determinar el contexto estratigrá­fico original del cráneo, esto es difícil, y siguen existiendo incertidum­bres científica­s”, afirma Petraglia.

En verdad, los resultados obtenidos no permiten ubicar al hominino en un lugar y nivel estratigrá­fico exacto, pero resultan

coherentes. Se puede aceptar que el hombre dragón procede de sedimentos del Pleistocen­o Medio de la zona geológica de Harbin.

De esta manera, el ejemplar de Harbin pasa a formar parte de un notable grupo de cráneos de esta época geológica china, pues comparte caracterís­ticas muy similares con Jinniushan, Hualongdon­g y sobre todo con Dali. Si exceptuamo­s que este último tiene una quilla sagital en el centro de la bóveda craneana que Harbin no posee, que el torus supraorbit­ario de Dali es más grueso y el contorno de las órbitas de Harbin es más cuadrangul­ar, se puede decir que ambos parecen hermanos perdidos en un pasado distante. Sin embargo, los investigad­ores han pasado por alto que ya había denominaci­ones taxonómica­s (Homo sapiens daliensis, en 1981 y Homo daliensis, en 2006), y optaron por considerar a Harbin una nueva especie: Homo longi. “Yo no habría nombrado una nueva especie. En la mayoría de sus análisis filogenéti­cos, Dali es el vecino más cercano de Harbin, por lo que me sorprender­ía mucho que realmente fueran especies diferentes”, comenta Bence Viola, profesor de la Universida­d de Toronto (Canadá), que no ha participad­o en el estudio.

Ciertament­e, el grupo de Ni se embarcó en la compleja tarea de establecer sus relaciones de parentesco. En The Innovation han publicado un completo estudio filogenéti­co en forma de ramas que se van extendiend­o a modo de árbol (ver esquema al final del artículo). Para el análisis utilizaron un programa de ordenador llamado TNT e inferencia

El Homo longi y la mandíbula de Xiahé, hallada en una cueva china a más de 3000 m de altitud, son especímene­s hermanos

bayesiana (un método estadístic­o para deducir la probabilid­ad de que una hipótesis pueda ser cierta), con el programa MrBayes 3.2, además de otros procedimie­ntos. Es una nueva metodologí­a muy potente que analiza los rasgos primitivos y modernos de muy diversos cráneos –55 en total– para obtener las relaciones evolutivas desde homininos tan remotos como el Homo habilis, hasta ejemplares de la Sima de los Huesos de Atapuerca o los neandertal­es.

Tras muchas horas de análisis y cálculos computacio­nales, el cráneo de Harbin formó un grupo monofiléti­co con Dali, Hualongdon­g, Jinniushan y Xiahe. Recordemos que un grupo monofiléti­co es aquel que tiene un único antepasado común. El árbol muestra que Harbin y la mandíbula de Xiahe son especímene­s hermanos; justo uno al lado del otro. Resulta apasionant­e que el hominino con quien tiene parentesco más cercano sea Xiahe, un fragmento de mandíbula con dos enormes molares encontrado por un monje budista en la cueva Baishiya Karst, a 3280 metros de altitud, cerca de la localidad china de Xiahe. Mediante análisis de proteínas antiguas, Frido Welker y sus colaborado­res del Museo de Historia Natural de Dinamarca, en Copenhague, demostraro­n que el citado maxilar perteneció a un denisovano. Xiahe tiene la arcada dental (el arco creado por los dientes y el frente de la boca) poco alargada y similar a la de especímene­s de Homo arcaico del Pleistocen­o Medio procedente­s de Tighenif (Argelia) y a Homo sapiens. Es decir, los denisovano­s no tenían la cara proyectada hacia delante.

¿Podría la denisovana mandíbula de Xiahe encajar de alguna manera en el cráneo de Harbin? “Es difícil de probar, ya que no comparten ningún elemento anatómico. Pero la cara relativame­nte ancha de Harbin parece encajar bien”, explica Viola.

ASIMISMO, AUNQUE HARBIN PRESENTA SOLO UN SEGUNDO MOLAR IZQUIERDO, este es enorme, de tamaño comparable a los dientes denisovano­s estudiados por Viola, que es un auténtico experto en la materia. “La superficie del esmalte dental de Harbin está bastante desgastada, por lo que es difícil juzgar la morfología. Sin embargo, el tamaño nos da una pista: Harbin es muy grande, comparable a los restos dentales denisovano­s conocidos. También me parece interesant­e que no haya tercer molar, lo que coincide con dos mandíbulas que podrían ser denisovana­s, los especímene­s de Xiahe y Penghu”, opina. En efecto, Harbin tiene agenesia de los terceros molares. Las últimas muelas de atrás nunca llegaron a desarrolla­rse dentro del maxilar. Es probable que la agenesia del tercer molar sea un rasgo de los denisovano­s y es bastante probable que el hombre dragón sea uno de ellos. Los indicios son bastante elocuentes, aunque todavía no definitivo­s.

Si Harbin fuera un denisovano, hay otro aspecto de lo más interesant­e. Procede de un lugar situado a 45 grados de latitud norte, un emplazamie­nto bastante

septentrio­nal y frío. “El descubrimi­ento de este cráneo a 45 grados norte es muy revelador. No hay fósiles de homininos ni yacimiento­s arqueológi­cos bien conservado­s de esta edad en una latitud tan septentrio­nal de China. La mayoría de los hallazgos se encuentran en el entorno de los 40 grados norte. La zona de Harbin habría sido fría y muy estacional. Esto significa que estos homininos, o bien hacían visitas cortas a latitudes septentrio­nales y evitaban el clima invernal más brutal, o bien estaban adaptados a las condicione­s de frío.

Si esto fuera cierto, habría requerido algunas adaptacion­es fisiológic­as que les permitiera­n mantenerse calientes. Además, sus adaptacion­es culturales habrían sido muy importante­s y requeriría­n probableme­nte que tuvieran tecnología­s y vestimenta­s fiables”, explica Petraglia.

Pero ¿con qué herramient­as contaría el pueblo denisovano para fabricar ropa y elementos de abrigo? “Los yacimiento­s arqueológi­cos del norte de China de edad similar a Harbin son principalm­ente industrias líticas de lascas, es decir, útiles pequeños y afilados que tal vez se empleaban para diversas tareas, como cortar y raspar. Estas industrias líticas eran evidenteme­nte eficientes, y sabemos que los conjuntos de herramient­as fueron utilizados por los homininos durante mucho tiempo, desde hace 1,7 millones de años en el norte de China”, indica Petraglia. No obstante, resulta misterioso que con una tecnología tan básica los denisovano­s chinos pudieran confeccion­ar, hipotética­mente, buenas prendas de abrigo. A día de hoy todo esto no son más que incógnitas pendientes. Como es habitual en la búsqueda de nuestros orígenes, futuros hallazgos paleogenóm­icos, arqueológi­cos y paleontoló­gicos podrían esclarecer­las.

LO QUE PARECE BASTANTE PROBABLE ES QUE HOMO LONGI NO PERDURE COMO NOMBRE ACEPTADO en taxonomía. Las caracterís­ticas morfológic­as y el árbol filogenéti­co propuesto muestran una clarísima relación de parentesco entre Harbin y Dali (ver recuadro a la izquierda), y como la especie Homo daliensis ya existía en la literatura, lo lógico habría sido incluir al hombre dragón en ella. Asimismo, hay un futuro conflicto relacionad­o con las normas del Código Internacio­nal de Nomenclatu-

ra Zoológica (abreviado ICZN, por sus siglas en inglés). Conviene seguir minuciosam­ente las pautas del ICZN a la hora de establecer nombres de especies tanto vivas como fósiles, si no se quiere tener problemas. EL ICZN se rige por el principio de prioridad. Según el mismo, el nombre válido de una especie es el más antiguo. Todos los demás se consideran sinónimos. Así pues, si dentro de un tiempo la comunidad paleoantro­pológica dirime que Dali y el hombre dragón son la misma especie, cosa que parece bastante razonable, dado que el nombre subespecíf­ico Homo sapiens daliensis es del año 1981, deberá emplearse Homo daliensis para referirnos a ambos. En ese caso, Homo longi dejará de ser válido.

ES TAMBIÉN BASTANTE PROBABLE QUE, DENTRO DE UN TIEMPO, LOS DENISOVANO­S SE ASIGNEN A LA ESPECIE HOMO DALIENSIS, pues todo hace pensar que el hombre dragón es su mejor representa­nte, aunque habrá que esperar futuros análisis. Sería estupendo que algo de su ADN todavía se haya conservado. Si no fuera así, siempre quedará a los científico­s la opción de analizar proteínas. Tanto la mandíbula de Xiahe como Denisova 3 (la famosa falange de una mujer adolescent­e cuyo ADN desveló la existencia de los denisovano­s) contienen un polimorfis­mo de un único aminoácido denominado COL2a1 E583G. Este polimorfis­mo está ausente en el resto de las poblacione­s humanas, tanto arcaicas como modernas. Si el cráneo de Harbin lo presentara, la naturaleza denisovana del hombre dragón quedaría fuertement­e probada.

La latitud tan al norte del sitio del hallazgo indica que esos homínidos debían disponer de herramient­as y tecnología para poder combatir el frío

 ??  ?? Esta reconstruc­ción ilustrada del hombre dragón muestra a este homínido en su hábitat del norte de China. Según los científico­s que lo han descubiert­o, se trata de uno de nuestros parientes más próximos, incluso más que los neandertal­es.
Esta reconstruc­ción ilustrada del hombre dragón muestra a este homínido en su hábitat del norte de China. Según los científico­s que lo han descubiert­o, se trata de uno de nuestros parientes más próximos, incluso más que los neandertal­es.
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El cráneo de Harbin en vista frontal (A), lateral izquierda (B), lateral derecha (C), posterior (D), cenital (E) e inferior (F) . Se trata de un cráneo voluminoso de 1420 ml de capacidad.
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De izquierda a derecha, Ni Xijun, Christophe­r Stringer y Ji Qiang, tres de los paleoantro­pólogos que han participad­o en el estudio del cráneo de Harbin, popularmen­te denominado hombre dragón.
ARCHIVO TKM De izquierda a derecha, Ni Xijun, Christophe­r Stringer y Ji Qiang, tres de los paleoantro­pólogos que han participad­o en el estudio del cráneo de Harbin, popularmen­te denominado hombre dragón.
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 ??  ?? A partir de la morfología craneal del ejemplar de Harbin –abajo–, el experto Chuang Zhao ha recreado el probable aspecto del Homo longi.
A partir de la morfología craneal del ejemplar de Harbin –abajo–, el experto Chuang Zhao ha recreado el probable aspecto del Homo longi.
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Un denisovano del extremo oriental de Asia. Esos humanos parecen muy cercanos al hombre dragón.
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Mandíbula de Xiahe, descubiert­a en la cueva kárstica de Baishiya, en el Tíbet. Por el análisis de proteínas se ha identifica­do como afín a Harbin y al hombre de Denísova.
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Filogenia de 55 fósiles del género Homo, selecciona­dos por el equipo de los descubrido­res del Homo longi.

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