¿Eres de los que se echan la pandemia a la espalda?
“En torno al 70 % de la gente había empeorado en su percepción del dolor y en la percepción de la discapacidad producida por ese dolor”, cuenta a MUY Rubén Nieto Luna, profesor de Estudios de Ciencias de la Salud e investigador de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC). En mayo de 2020, su equipo hizo una encuesta entre pacientes que sufrían molestia crónica con el fin de analizar cuánto les habían afectado la pandemia y el confinamiento. “Para la mayoría, había incrementado la intensidad, la frecuencia de los episodios y su interferencia en las actividades diarias”, explica. ¿Las razones? Además de lo que parece obvio, ese cambio de hábitos que nos hace estar muchas horas sentados en casa, sin movernos para ir a la oficina, Nieto destaca “la tensión, el estrés, los nervios y la situación de incertidumbre” como acicates del malestar físico.
Aunque no todo el mundo respondió igual: un 30 % de los encuestados decían sentirse igual o mejor con su dolor con el encierro domiciliario y los cambios de hábitos que ha traído la pandemia, como el teletrabajo. “Las personas que han experimentado una mejoría es porque están más tranquilas, ahorran ese tiempo de ir al trabajo y lo aprovechan para hacer actividades que redundan en su bienestar”, apunta Nieto. Todo depende de cómo nos adaptamos a la situación. “Si esa hora y media que usaba en ir a la oficina, ahora con el teletrabajo la empleo para ir más al gimnasio o para pasar más tiempo con mis hijos, repercutirá en una mejor salud. Se trata de organizarse bien para sacarle ventaja a las circunstancias”, nos dice.
Y es que la percepción del dolor es algo subjetivo, y por eso, tiene mucho que ver con el estado de ánimo y con cómo nos encontremos mentalmente. “Por ejemplo, yo ahora trabajo en casa. Si tengo un problema, no tengo un compañero al lado para tomarme un café y comentarle lo que me preocupa o distraerme. Eso puede aumentar la sensación de tensión… y, claro, hace que cualquier malestar físico se lleve peor”.
Manejar formas positivas de enfrentarse al estrés es una de sus recomendaciones para aliviar el dolor de espalda, “ya sea con técnicas de relajación o practicando cualquier actividad placentera que nos distraiga, que nos ayude a pensar en otra cosa”, señala Nieto. Además, por supuesto, es fundamental mantenernos activos. “Con el confinamiento, mucha gente empezó a practicar estiramientos y ejercicios en casa. Había una campaña muy fuerte de difusión al respecto, en la televisión, por internet. Pero, desde que podemos salir a la calle, se ha abandonado un poco”, comenta el experto.
En definitiva, según este investigador, la clave para mantener a raya la lumbalgia parece estar en dos factores que, por suerte, están en nuestras manos: el estilo de vida y cómo nos tomamos lo que nos pasa.