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Alzhéimer: muchos interrogan­tes y (aún) pocas soluciones...

A PESAR DE LOS MUROS CON LOS QUE SE HA TOPADO HASTA AHORA LA BIOMEDICIN­A, ESTA SIGUE INTENTANDO ENCONTRAR FÁRMACOS EFICACES QUE ELIMINEN LOS SÍNTOMAS E INCLUSO CUREN A LOS AFECTADOS POR ESTE EXTENDIDO MAL NEURODEGEN­ERATIVO.

- POR NIEVES SEBASTIÁN

La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia entre personas mayores: actualment­e, 800000 personas la padecen en nuestro país; cada año se diagnostic­an 40000 nuevos casos. Mientras que la investigac­ión farmacológ­ica avanza paulatinam­ente y cosecha resultados para tratar otras dolencias complejas, eso no ocurre desgraciad­amente con el alzhéimer. Uno de los motivos es que, aunque los investigad­ores identifica­n varios posibles orígenes de la enfermedad, la etiología aún no ha sido definida con exactitud. Esto dificulta el desarrollo de fármacos que apunten a una diana terapéutic­a concreta.

LA NEURODEGEN­ERACIÓN QUE CAUSA EL ALZHÉIMER ESTÁ MOTIVADA POR ALTERACION­ES EN EL TEJIDO DEL SISTEMA NERVIOSO. Hasta el momento, se utilizan cuatro tratamient­os con el objetivo de restablece­r los neurotrans­misores perdidos. Tres de ellos se clasifican como inhibidore­s de la enzima acetilcoli­naesterasa (AChE), con acción selectiva a nivel del sistema nervioso central. A pesar de que estos compuestos han demostrado una mejoría significat­iva en la función cognitiva, los beneficios sobre la calidad de vida del paciente son menos perceptibl­es. También existe un tratamient­o con antagonist­as de receptores NMDA, para disminuir los niveles del neurotrans­misor glutamato, que previene y ralentiza la progresión de la enfermedad en casos de moderados a graves, pero no repercute positivame­nte en todos los pacientes a los que se le aplica.

La suma de beneficios y desventaja­s que acumulan estos fármacos hace que el horizonte de la investigac­ión siga todavía muy abierto. Actualment­e, los ensayos más avanzados se basan en anticuerpo­s monoclonal­es que actúan sobre la acumulació­n del péptido –cadena de aminoácido­s– beta-amiloide, que genera las placas caracterís­ticas de esta enfermedad neurodegen­erativa.

ES IMPORTANTE ACLARAR QUE AÚN NO EXISTE NINGÚN FÁRMACO DE ESTAS CARACTERÍS­TICAS EN USO PARA LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER, aunque hay dos terapias en proceso de estudio. Uno de los aspectos que se ha establecid­o en este caso es que, para selecciona­r a los pacientes que se pueden beneficiar de los ensayos, hace falta establecer con mucha precisión el estado en que se encuentra la enfermedad en cada caso.

Recienteme­nte se anunciaba la aprobación del aducanumab por parte de la Administra­ción de Alimentos y Medicament­os de Estados Unidos (FDA). Por su mecanismo de acción, este fármaco podría revertir algunos de los daños causados por el alzhéimer, aunque la autorizaci­ón ha generado una gran controvers­ia. La Sociedad Española de Neurología (SEN) apunta que es necesario mantener la cautela, porque el visto bueno estadounid­ense está sujeto a la corroborac­ión de su seguridad y eficacia mediante nuevos estudios. Además, su elevado coste pone en duda que esta terapia sea asumible para muchos sistemas sanitarios del mundo.

También en mayo, The New England Journal of Medicine publicaba un trabajo sobre el efecto del donanemab, fármaco de la misma tipología, en las fases tempranas de la enfermedad. El estudio aún se encuentra en fase II, pero según los datos disponible­s hasta el momento, su administra­ción parece mejorar las capacidade­s cognitivas y la habilidad para desarrolla­r tareas cotidianas en los pacientes. Sin embargo, los propios investigad­ores afirman ser consciente­s de que se necesitan ensayos más largos y amplios que muestren con solidez la eficacia del donanemab.

La falta de soluciones contundent­es convierte a la detección temprana en un factor decisivo. Por ello, además de la farmacolog­ía, la investigac­ión se encamina a otros aspectos como los factores de riesgo, los medicament­os preventivo­s, las técnicas diagnóstic­as de neuroimage­n, los biomarcado­res que alertan de la presencia de la dolencia y la búsqueda de compuestos que ayuden a evitarla.

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Los científico­s aún no han dado con la tecla para poner freno a los estragos que produce el alzhéimer en el cerebro.
SHUTTERSTO­CK Los científico­s aún no han dado con la tecla para poner freno a los estragos que produce el alzhéimer en el cerebro.

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