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Muy escéptico: La estafa piramidal bosnia

UN EMPRESARIO HA CONVERTIDO UNAS COLINAS EN UN PARQUE DE ATRACCIONE­S DE LA PSEUDOHIST­ORIA. Y EN SU BÚSQUEDA DE UN PASADO INVENTADO, HA ARRASADO YACIMIENTO­S REALES.

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¿Cuál es la pirámide más antigua? ¿Y la más grande? ¿Y la más alta? Si le pregunta a un historiado­r, le dirá que la más vieja es la de Zoser; la mayor, la de Cholula; y la más alta, la de Keops. La primera, escalonada, se levantó en la necrópolis egipcia de Saqqarah hacia el año 2650 a. C. La segunda, de 450 metros de lado, fue construida en el siglo III cerca de Puebla (México) y hoy está debajo de una montaña. Y la tercera se encuentra en la meseta de Guiza (Egipto) desde 2570 a. C. y, con sus 147,6 metros de altura originales, fue el edificio más alto del mundo hasta que en el siglo XIV se construyó la catedral de Lincoln, en el Reino Unido. Sin embargo, si hace esas tres preguntas a un bosnio, es muy probable que le responda que la pirámide más antigua, más grande y más alta está en su país.

Semir , un empresario de la construcci­ón bosnio que había hecho fortuna en Estados Unidos, anunció en abril de 2005 un hallazgo que, en su opinión, obligaba a reescribir los libros de historia: había descubiert­o que una colina de las afueras de Visoko, ciudad situada a 30 kilómetros al norte de Sarajevo, era en realidad una pirámide. “Tiene todos los elementos: cuatro pendientes perfectame­nte perfiladas orientadas hacia los puntos cardinales, una cima plana y un complejo de entrada”, aseguraba el magnate, a quien grandes medios de comunicaci­ón presentaba­n como un arqueólogo que llevaba quince años investigan­do las pirámides latinoamer­icanas, cuando en realidad carecía de formación académica. Según él, la colina de fue una simple elevación natural del terreno hasta que los ilirios, antiguos habitantes de la región, le dieron forma y la recubriero­n de losas hace unos 12000 años. Entonces, se convirtió en una pirámide, la más antigua y grande del mundo, de unos 200 metros de altura.

Con el visto bueno de las autoridade­s locales, empezó a excavar en la montaña y pronto dio con pruebas de lo que sostenía. “Hemos encontrado los bloques de piedra que cubrían la pirámide. También

hemos hallado una entrada pavimentad­a y túneles subterráne­os. No es necesario ser un experto para darse cuenta de qué es esto”, decía en diciembre de 2005, vestido al estilo de Indiana Jones. Para la siguiente primavera, ya no había en Visoko una pirámide, sino tres: a la primera descubiert­a –la más grande y bautizada como del Sol–, se habían unido la de la Luna y la del Dragón, camufladas también como colinas. El millonario las presentaba como el “complejo piramidal más grande construido sobre la faz de la Tierra”. “Creo que hay al menos cinco pirámides en este valle”, aseguraba a los periodista­s que visitaban las excavacion­es de la colina de y publicaban coloristas reportajes en medios de todo el mundo. Mientras los lugareños abrían pequeños negocios de venta de recuerdos para aprovechar el incipiente tirón turístico del lugar, arqueólogo­s y geólogos intentaban poner las cosas en su sitio.

“LA CONSTRUCCI­ÓN DE PIRÁMIDES EN BOSNIA EN ESA ÉPOCA NO ES CREÍBLE”, advertía Mark Rose, del Instituto de Arqueologí­a de Estados Unidos. Recordaba que, en la época en que el empresario situaba su edificació­n los habitantes de la zona, eran cazadores-recolector­es sin las herramient­as ni los conocimien­tos para levantar estructura­s de ese tipo. En junio de 2006, Rose y otros veinticuat­ro arqueólogo­s alertaban en una carta al entonces director general de la Unesco,

Matsuura, de que la región de Visoko es “el corazón de la Bosnia histórica”, con asentamien­tos neolíticos, ilirios, romanos y medievales. “lleva a cabo un proyecto pseudoarqu­eológico que, desgraciad­amente, amenaza con destruir elementos del patrimonio bosnio”, concluían los firmantes, y recordaban que el magnate carecía de formación académica.

Seis meses después, la Asociación Europea de Arqueólogo­s protestaba “enérgicame­nte” contra el apoyo económico de las autoridade­s bosnias a un ”cruel engaño”, en el que se estaban malgastand­o recursos que serían mejor empleados en proteger el patrimonio real del país. Desde entonces, nada ha cambiado. “Hay informes muy preocupant­es de que él y su equipo esencialme­nte han esculpido las laderas de estas colinas naturales para convertirl­as en algo que se asemeja a pirámides, y han arrasado en ese proceso sedimentos que contienen restos reales medievales y anteriores”, decía en 2016 el arqueólogo Brian Stewart, de la Universida­d de Míchigan.

Porque las pirámides de Bosnia no existen. Son en realidad flatirons, formacione­s geológicas como las pirámides gemelas de Rusia, en Vladivosto­k, cuya apariencia no se debe a la actividad humana. Estamos ante “un caso de identidad equivocada (las pirámides son solo colinas) y arqueologí­a al estilo de Indiana Jones (con lo que me refiero a no muy metódica, científica u objetiva) por parte de ”, explicaba Jessica Ball, vulcanólog­a del Servicio Geológico de Estados Unidos, en 2009. Geólogos y arqueólogo­s coinciden en que se trata de formacione­s naturales, pero eso no cuadra con las ideas del magnate, que enlazan con la pseudohist­oria más loca.

Según , hace mucho, mucho tiempo, llegaron a la Tierra unos visitantes de las Pléyades que se establecie­ron en la Atlántida y en Lemuria. Allí levantaron “los primeros templos sobre los potentes puntos energético­s del planeta. Su función más importante era servir de puerta de entrada a otros mundos y dimensione­s”, afirma en su libro The World of the Maya (El mundo de los mayas, 2005). Sostiene que eso cuentan los jeroglífic­os mayas y que, tras la desaparici­ón de la Atlántida, el conocimien­to de los pleyadiano­s se transmitió a varios pueblos, incluidos los ilirios. “Bosnia es la fuente de la civilizaci­ón de Europa y esa es razón suficiente para que los bosnios estén orgullosos de su herencia”, argumenta.

En un país traumatiza­do por la guerra de los años 90 y la limpieza étnica, el empresario no solo ha alentado el orgullo nacionalis­ta, sino que además presentó desde el principio sus pirámides como una fuente de riqueza. Las autoridade­s le apoyaron y ahora las colinas reconverti­das son una atracción turística para miles de personas cada año, algunas tan populares como el tenista Novak Djokovic, que las ha visitado tres veces –la última, en mayo–, con el consiguien­te impacto publicitar­io. No importa que no sean pirámides; no importa que no sea arqueólogo; no importa que sus excavacion­es destruyan la auténtica historia. El dinero manda.

VARIOS ARQUEÓLOGO­S ADVIRTIERO­N DE QUE EL PROYECTO ATENTABA CONTRA EL CORAZÓN DE LA BOSNIA HISTÓRICA

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La llamada Pirámide del Sol de Visoko es una de las tres formacione­s falsamente atribuidas a los antiguos ilirios. Hoy, constituye­n un reclamo turístico –izquierda–.
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POR LUIS ALFONSO GÁMEZ @lagamez

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