¿Cuándo y cómo evolucionó?
El “problema difícil de la consciencia” radica en comprender por qué y cómo tenemos experiencias subjetivas. El misterio es cómo un órgano de 1,3 kilos de peso con la consistencia del tofu genera la sensación de ser
Dado que existe una variedad de experiencias conscientes en el reino animal, es natural preguntarse cuándo y cómo surgió la consciencia. ¿Podemos agradecérsela a un único ancestro común? ¿O evolucionó de forma independiente en diferentes líneas? Andreas Nieder, profesor de Fisiología Animal en la Universidad de Tubinga (Alemania), se inclina por esta última explicación. En un reciente experimento, ha estudiado el procesamiento cerebral que sustenta la consciencia visual en los cuervos. Adiestró a las aves para que respondieran con ciertas acciones al ver cuadrados de diferentes colores, algunos de ellos casi imperceptibles. Las neuronas de una estructura cerebral llamada telencéfalo se activaban solo cuando los cuervos veían los cuadrados y ejecutaban las acciones aprendidas, lo que sugiere que esta zona es esencial para su percepción visual consciente. En los humanos y los primates, la corteza prefrontal hace el mismo trabajo. Por este motivo, Nieder cree que la consciencia surgió por separado en múltiples situaciones, del mismo modo que las alas aparecieron por separado en insectos, aves y murciélagos.
Eva Jablonka, genetista de la Universidad de Tel Aviv, y Simona
Ginsburg, neurobióloga de la Universidad Abierta de Israel, tienen una opinión diferente. En su libro The Evolution of the Sensitive Soul
(La evolución del alma sensible), sostienen que las aves, los mamíferos y otros vertebrados heredaron la consciencia de un ancestro común. Su idea se basa en el llamado aprendizaje asociativo ilimitado, un tipo de cognición que consiste en aprender de nuevos estímulos y relacionarlos entre sí aunque haya pasado tiempo entre dos estímulos distintos. También implica que un mismo estímulo puede actualizarse e interpretarse de diferentes maneras según el contexto: algo que significó un peligro puede pasar a ser una señal de recompensa si las circunstancias han cambiado. Jablonka y Ginsburg creen que este tipo de aprendizaje complejo es imposible sin una consciencia que dirija la atención, evalúe las diferentes señales del entorno e integre las experiencias a lo largo del tiempo. El aprendizaje asociativo ilimitado se ha documentado en muchas especies. “Lo usan hasta los peces pequeños”, dice Jablonka. Por esta razón, ella y Ginsburg creen que la consciencia surgió en los primeros vertebrados, hace unos 530 millones de años. Y sospechan que ciertos grupos de invertebrados, incluidos artrópodos como las abejas y las arañas, también la poseen. Si es así, sus primeros ancestros empezaron a tener consciencia hace unos 500 millones de años. Los cefalópodos sin concha son relativamente tardíos. El hecho de que otros moluscos no parezcan capaces de un aprendizaje asociativo ilimitado sugiere a Jablonka y Ginsburg que la consciencia de pulpos, sepias y calamares apareció hace 300 millones de años.