UN CONCURSO PARA ATRAERLOS A TODOS
Uno de los grandes problemas de la ciencia actual es que cada vez menos jóvenes se ven atraídos por desarrollar su futuro profesional en ella. Para explicarlo se han manejado muchas razones, pero, para mí, la más obvia es el poco atractivo que tiene un ámbito en el que puedes pasar más de la mitad de tu vida en condiciones laborales precarias.
PESE A ESTO, DESDE HACE TIEMPO SE BUSCA INCENTIVAR en ellos el gusto por la ciencia, hacer que los estudiantes sientan el deseo de convertirse en científicos. Entre estas actividades destacan los concursos, donde demuestran sus habilidades en este campo. Ahora bien, la mayoría parte de un error de base. ¿Qué adolescentes van a querer participar? Sin lugar a dudas, aquellos que ya tengan un gusto previo por la ciencia, pues a los que no les interese difícilmente van dejarse tentar por un certamen donde tengan que desarrollar un experimento o realizar una investigación. ¿Entendemos la paradoja? Buscamos atraer nuevos cerebros a la ciencia, pero lanzamos concursos destinados a quienes ya se sienten atraídos por ella.
POR SUERTE, HAY UNO QUE SE SALVA DE LA QUEMA. Se llama Concurso Apolo (www.concursoapolo.com), y está organizado por el INTA, la Universidad de Málaga y la Fundación Albireo Cultura Científica, y cuenta con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Sus promotores pretenden llegar a los jóvenes españoles y latinoamericanos que no tienen un interés especial por la ciencia. Por dos razones: primero, porque es necesario despertar esas mentes que aún no han descubierto su vocación científica; segundo, porque se quiere conseguir que todos, sean cuales sean sus gustos, vean en la ciencia una aventura digna de vivirla.
EN EL CONCURSO APOLO TIENE CABIDA CUALQUIER FORMA de expresión cultural, pues está abierto a los jóvenes que les guste escribir, cantar, bailar, dibujar cómics... Y, por supuesto, a aquellos que les interese la investigación científica. Solo hay una restricción, el objeto del concurso debe versar sobre el espacio y la exploración espacial. Incluso el premio es innovador: una estancia educativa de una semana, en la que se realizan diversas actividades, desde visitas a centros hasta encuentros con científicos en activo. Todo ello, enfocado a que los adolescentes tengan una percepción directa de lo que es la ciencia y sean conscientes de que forma parte de la cultura. Por cierto, los tutores adultos responsables –que no tienen por qué ser profesores– también disfrutan de la estancia. La edición de este año ya está lanzada y el plazo termina el 15 de marzo.