El nitrógeno alimenta los océanos
La importancia del nitrógeno (N) no pasó desapercibida para los responsables de la revolución verde del siglo XX, que vio un gran aumento en el uso de fertilizantes nitrogenados y el comienzo de la agricultura intensiva. Sin él, los organismos no pueden construir proteínas y, en muchos ecosistemas terrestres, el nitrógeno disponible para las plantas es el factor principal que establece un límite a la cantidad de organismos que pueden prosperar. Los agricultores se dieron cuenta de que al agregar más nitrógeno al suelo podrían aumentar el rendimiento de los cultivos. El precio que pagamos es que grandes cantidades se escurren de las tierras agrícolas hasta los ríos y océanos.
Estamos sobrecargando el ciclo del nitrógeno, pero sabemos sorprendentemente poco de lo que sucede una vez que el elemento entra en los mares. Diversos estudios sugieren que el efecto Coriolis, en el que las corrientes oceánicas son desviadas por la rotación de la Tierra, influye en su distribución, pero, más allá de eso, sus desplazamientos por los océanos son un misterio.
Lo que sí sabemos es que el exceso de nitrógeno en ellos es un problema, pues desencadena explosiones en el crecimiento de las algas, un fenómeno capaz de agotar el oxígeno del área afectada y crear lo que se conoce como una zona muerta. Ello ya es perceptible en varias regiones del planeta, y se espera que la situación empeore: algunos estudios muestran que los aumentos previstos en las precipitaciones debido al cambio climático llevarán al mar aún más N.
Podría decirse que es un círculo vicioso: los niveles de este elemento pnictógeno se ven influenciados por el clima, pero, a su vez, este acaba viéndose afectado por ellos. Por ejemplo, las aguas ricas en nitrógeno debido a la escorrentía agrícola ayudan a la formación de óxido nitroso. Parte del mismo es emitido al aire, lo cual ya constituye un problema, porque el óxido nitroso es un gas de efecto invernadero y agota el ozono. Pues bien, un tercio proviene, en realidad, de los océanos, lo que demuestra cómo los elementos presentes en ellos pueden acabar afectando a la vida en todo el mundo.