No solo de arte vive el hombre
Afinales del año pasado, el caso copaba las aperturas de muchos diarios: se habían sustraído botellas de una de las mejores bodegas de España, la del restaurante Atrio, en Cáceres. Los ladrones, un hombre y una mujer que se habían alojado previamente en el hotel, se llevaron 45 botellas, entre las cuales se encontraba el tesoro más preciado del restaurante, un Château d’Yquem de 1806, una botella que, ya en sí misma, atesoraba todo un historión. Se estima que el valor de esas botellas asciende al millón de euros (solo la de 1806 se vendía en carta por 150 000 euros). El robo del restaurante cacereño ha hecho que otros chefs reconozcan también delitos cometidos en sus locales: por ejemplo, Dabiz Muñoz ha contado que también sufrió un robo similar, habiendo desaparecido de su restaurante, hace un par de años, entre 30 y 40 botellas, todas Burdeos, de gama alta.
Cuando se tira de hemeroteca para ver qué se ha robado más en el sector gastronómico, los vinos se llevan la palma: lo de los fine wines tiene tanta fuerza que, en algunos departamentos franceses, la policía reconoce que robar vinos caros está en auge.
Uno de los robos más caros cuando hablamos de vinos tuvo lugar a finales de 2014, en el restaurante The French Laundry, en Napa, California, uno de los locales de EE. UU. con tres estrellas Michelin: podrán imaginar que su menú no está al alcance de todos, como tampoco lo está su bodega y, para muestra, un botón. En su carta, proponen, por ejemplo, una media botella de Chateau Lafite-Rothschild de 1986 por 3 500 dólares (media, no se equivoquen). El robo se dio en Navidad, como en la película Solo en casa. Se llevaron 70 botellas (unos 300 000 euros), entre ellas unas de las más codiciadas (también sustraída de Atrio), de las creaciones de Domaine de la Romanée-Conti. El caso se resolvió en un año, con dos detenidos que habían robado antes en otros restaurantes. Ya lo dice la sabiduría popular: la cabra tira al monte.