EL ROSTRO DE AMENHOTEP I
Gracias a la tecnología, una autopsia digital, hemos sabido que se parecía a su padre, Ahmose I, tenía un mentón estrecho, nariz pequeña, cabello rizado, una buena dentadura, había sido circuncidado y que tenía unos 35 años cuando murió.
La momia del faraón Amenhotep I, que gobernó desde 1525 hasta 1504 a.C. en Egipto, se encontró en el complejo de templos funerarios y tumbas cerca de la ciudad de Luxor hace 140 años. La momia no había sido desenvuelta desde su descubrimiento en el siglo XIX debido a su fragilidad y a su buen estado de conservación 3.500 años desde su muerte. El cuerpo estaba decorado con guirnaldas de flores, con la cara y el cuello cubiertos por una máscara funeraria con incrustaciones de piedras de colores.
La momia fue sometida a una tomografía axial computerizada que ha revelado importantes datos sobre su muerte y su entierro. El primero es el gran parecido del Amenhotep con su padre, el primer faraón de la dinastía XVIII del antiguo Egipto. Los investigadores también determinaron que el faraón medía 169 centímetros de alto y que tenía aproximadamente 35 años. Se encontraba en buenas condiciones físicas cuando murió y tenía buena salud. Sobre el enterramiento se ha descubierto que fue el primer faraón en tener los brazos cruzados sobre el pecho y que no se le extirpó el cerebro, algo muy común en el ritual de la momificación. La momia ocultaba entre las vendas 30 amuletos y una faja dorada con cuentas de oro.
El escáner también ha revelado que la momia fue cuidadosamente reparada por sacerdotes de Amón de la dinastía XXI, cuatro siglos después de su muerte, fijando la cabeza, el cuello y el brazo izquierdo, que estaban desprendidos, y colocando amuletos. La momia sufrió lesiones post mortem infligidas probablemente por ladrones de tumbas. Los sacerdotes volvieron a enterrar a Amenhotep I en el Depósito Real de Deir el-Bahari, el complejo de tumbas y templos cerca de Luxor después de reparar su cuerpo.