Un momento bisagra para la tecnología y la sociedad que abre la puerta a la ciencia
El empujón de los últimos años ha hecho que ahora se cuente con una serie de tecnologías maduras que pueden apoyar de manera transversal a todos los retos de la ciencia.
Desarrollos como el reconocimiento facial y el procesamiento de imágenes, la sensorización, la robótica y los algoritmos predictivos ya se están aplicando en la industria. En medicina, bioalgoritmos capaces de predecir enfermedades, biomarcadores y biónica. En agricultura, drones y dispositivos conectados al Internet de las cosas para digitalizar el campo, y big data para tomar mejores decisiones, optimizar los recursos y proteger el medioambiente. También la omnipresente inteligencia artificial (IA) que, aplicada a la predicción de la forma de las proteínas, se ha llevado en 2021 el título a avance científico del año para la revista Science. Todo esto ya está aquí, pero mejorará aún más y se potenciará su uso. En este momento de inflexión entre la madurez tecnológica y su aplicación real, hay que poner la vista en que la transición se haga de manera ética, responsable y segura.
"Uno de los grandes retos tecnológicos de los próximos diez años es, sin ninguna duda, la ciberseguridad: la estructura a nivel mundial de los sistemas informáticos va a tener que actualizarse a medida que siga creciendo en otros países que ahora van más rezagados", dice Manuel Fuertes, experto en transferencia tecnológica por la Universidad de Oxford y CEO de KIATT. Pero el mayor reto será "la transición justa de la IA, que va a impactar en todos y en todo, y que es un desafío que va a determinar cómo será nuestra siguiente sociedad", sentencia Fuertes. Para ello, es necesario establecer "valores sólidos en los que educar a las siguientes generaciones".
El experto en transferencia tecnológica subraya que realmente no sabemos cómo va a evolucionar la inteligencia artificial y que habrá aplicaciones de los datos que cambiarán nuestra percepción de la realidad, como patrones para detectar criminales y procesos para que las máquinas inteligentes aprendan en entornos desconocidos. En 2021, MIT Technology Review señalaba como una de las diez tecnologías emergentes del año a una IA polivalente que pudiera reflejar la flexibilidad del cerebro humano. Ante todo lo que se viene en los próximos años, necesitamos una sociedad preparada y la bisagra ética debe estar engrasada.