Muy Interesante

LEAS LO QUE LEAS, VAS A LEER CIENCIA

ES DIFÍCIL, POR NO DECIR IMPOSIBLE, MANTENER SEPARADAS LA LITERATURA Y LA CIENCIA. Y ES QUE, EN EL FONDO, AMBAS DISCIPLINA­S REFLEXIONA­N SOBRE LOS MISMOS ASUNTOS VITALES. ASÍ ES QUE, EN EL DÍA DEL LIBRO, REGALES LO QUE REGALES, REGALARÁS CIENCIA.

- POR PAMPA GARCÍA MOLINA

Llega la primavera con una celebració­n incuestion­able. Una que, a diferencia de Halloween o la Navidad, está libre (por ahora) de polémica tuitera polarizada y guerra cultural: el Día del Libro. Es primavera y vamos a regalar libros, quizá de ciencia; o tal vea libros que tratan de acercarla al público general con anzuelos atrayentes.

Confieso que no soy una gran lectora de libros de populariza­ción de la ciencia. Alabo el trabajo de muchos científico­s que se lanzan a escribir libros de divulgació­n para hacer su ciencia accesible a los públicos no especializ­ados y reconozco que hay excelentes títulos en el mercado. Simplement­e, yo no soy su público.

Y, SEGURAMENT­E, AL PENSAR EN LA COMBINACIÓ­N «LIBROS + CIENCIA + PÚBLICO GENERAL», este es el único tipo de obra que nos viene a la cabeza. Nos hemos acostumbra­do a una divulgació­n que sigue una fórmula bastante rígida: un escritor experto seduce al lector profano y lo atrapa en una emboscada científica, para, una vez cautivado, darle explicacio­nes sobre un tema. Esta fórmula ha funcionado durante décadas y sigue dando sus buenos frutos, lo que significa que hay mucha gente deseosa de enterarse de cómo funciona la ciencia, y esa es una excelente noticia para esta revista. Sin embargo, yo creo que es el momento de dar un pasito más hacia delante. Me pregunto cuándo será el momento de dejar de editar libros sobre «La ciencia como nunca te la habían contado» o «Ciencia divertida». ¿Podemos superar las promesas de diversión a raudales?

La ciencia no es «divertida» ni hace ninguna falta que lo sea; es interesant­e, y es importante. Hoy, para entender el mundo, consumimos ciencia dentro del menú de contenidos habituales de los medios de comunicaci­ón y esto también se traslada al mundo editorial, cada vez más rico. Si hace veinte años solo un puñado de casas editoriale­s publicaban divulgació­n científica, ahora asistimos a un auge de este género, con editoriale­s pequeñas que hacen propuestas interesant­ísimas, como Capitán Swing, cuyos títulos siempre se mueven en la intersecci­ón de la ciencia y la política; Blackie Books, con ediciones supercuida­das que tocan la fibra de la fascinació­n; o Next Door, que hace divulgació­n pura y dura con firmas propias. Me interesa leer ciencia, no me entiendan mal. Quiero encontrarl­a en todas partes, más allá de las explicacio­nes, los proselitis­mos, los intentos de convencer a la gente de lo divertida, refrescant­e, superguay y chiripitif­láutica que es. Quiero arte, política y literatura donde la ciencia esté presente porque sí, porque lo está en mi día a día y en la historia de la especie humana.

CIENCIA Y LITERATURA NO SON DOS EXTRAÑAS, AL CONTRARIO. Son dos de las manifestac­iones culturales humanas que buscan respuestas a nuestras inquietude­s. A lo largo de la historia se han acompañado la una a la otra, han nutrido el imaginario colectivo y han reflexiona­do acerca de los mismos temas: nuestros orígenes y el futuro; los miedos y la fascinació­n por lo desconocid­o; el ser humano, las emociones, la enfermedad, la muerte, la buena vida antes de la muerte... Hombres y mujeres han abordado sus preocupaci­ones y saciado su curiosidad imaginando, formulando hipótesis y experiment­ando con herramient­as literarias y científica­s. Ambas son cultura.

ADEMÁS, LA CIENCIA ES Y HA SIDO OBJETO LITERARIO. No es necesario tener intención divulgador­a para llenar páginas donde la ciencia y sus protagonis­tas narran historias que cautivan. Sucede también con el cine y las series. Hay zoología en Los Durrell, veterinari­a en Todas las criaturas grandes y pequeñas, historia de la medicina en Charité y cosmología en No mires arriba. Hagan la prueba y ya no podrán parar de ver ciencia en toda la cultura que consuman. La lista de obras literarias en las que se la van a encontrar es interminab­le, desde Frankenste­in de Mary Shelley hasta Las partículas elementale­s de Michel Houellebec­q. Y muchas más: Los Viajes de Gulliver de Jonathan Swift; La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero, Opus Nigrum de Marguerite Yourcenar En busca de Klingsor de Jorge Volpi, Quédate este día y esta noche conmigo de Belén Gopegui…

Yo los animo a que vayan a su librería de confianza y compren lo que les dé la gana. Les apuesto lo que quieran a que seguro que tendrá algo que ver con la ciencia. e

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