LEAS LO QUE LEAS, VAS A LEER CIENCIA
ES DIFÍCIL, POR NO DECIR IMPOSIBLE, MANTENER SEPARADAS LA LITERATURA Y LA CIENCIA. Y ES QUE, EN EL FONDO, AMBAS DISCIPLINAS REFLEXIONAN SOBRE LOS MISMOS ASUNTOS VITALES. ASÍ ES QUE, EN EL DÍA DEL LIBRO, REGALES LO QUE REGALES, REGALARÁS CIENCIA.
Llega la primavera con una celebración incuestionable. Una que, a diferencia de Halloween o la Navidad, está libre (por ahora) de polémica tuitera polarizada y guerra cultural: el Día del Libro. Es primavera y vamos a regalar libros, quizá de ciencia; o tal vea libros que tratan de acercarla al público general con anzuelos atrayentes.
Confieso que no soy una gran lectora de libros de popularización de la ciencia. Alabo el trabajo de muchos científicos que se lanzan a escribir libros de divulgación para hacer su ciencia accesible a los públicos no especializados y reconozco que hay excelentes títulos en el mercado. Simplemente, yo no soy su público.
Y, SEGURAMENTE, AL PENSAR EN LA COMBINACIÓN «LIBROS + CIENCIA + PÚBLICO GENERAL», este es el único tipo de obra que nos viene a la cabeza. Nos hemos acostumbrado a una divulgación que sigue una fórmula bastante rígida: un escritor experto seduce al lector profano y lo atrapa en una emboscada científica, para, una vez cautivado, darle explicaciones sobre un tema. Esta fórmula ha funcionado durante décadas y sigue dando sus buenos frutos, lo que significa que hay mucha gente deseosa de enterarse de cómo funciona la ciencia, y esa es una excelente noticia para esta revista. Sin embargo, yo creo que es el momento de dar un pasito más hacia delante. Me pregunto cuándo será el momento de dejar de editar libros sobre «La ciencia como nunca te la habían contado» o «Ciencia divertida». ¿Podemos superar las promesas de diversión a raudales?
La ciencia no es «divertida» ni hace ninguna falta que lo sea; es interesante, y es importante. Hoy, para entender el mundo, consumimos ciencia dentro del menú de contenidos habituales de los medios de comunicación y esto también se traslada al mundo editorial, cada vez más rico. Si hace veinte años solo un puñado de casas editoriales publicaban divulgación científica, ahora asistimos a un auge de este género, con editoriales pequeñas que hacen propuestas interesantísimas, como Capitán Swing, cuyos títulos siempre se mueven en la intersección de la ciencia y la política; Blackie Books, con ediciones supercuidadas que tocan la fibra de la fascinación; o Next Door, que hace divulgación pura y dura con firmas propias. Me interesa leer ciencia, no me entiendan mal. Quiero encontrarla en todas partes, más allá de las explicaciones, los proselitismos, los intentos de convencer a la gente de lo divertida, refrescante, superguay y chiripitifláutica que es. Quiero arte, política y literatura donde la ciencia esté presente porque sí, porque lo está en mi día a día y en la historia de la especie humana.
CIENCIA Y LITERATURA NO SON DOS EXTRAÑAS, AL CONTRARIO. Son dos de las manifestaciones culturales humanas que buscan respuestas a nuestras inquietudes. A lo largo de la historia se han acompañado la una a la otra, han nutrido el imaginario colectivo y han reflexionado acerca de los mismos temas: nuestros orígenes y el futuro; los miedos y la fascinación por lo desconocido; el ser humano, las emociones, la enfermedad, la muerte, la buena vida antes de la muerte... Hombres y mujeres han abordado sus preocupaciones y saciado su curiosidad imaginando, formulando hipótesis y experimentando con herramientas literarias y científicas. Ambas son cultura.
ADEMÁS, LA CIENCIA ES Y HA SIDO OBJETO LITERARIO. No es necesario tener intención divulgadora para llenar páginas donde la ciencia y sus protagonistas narran historias que cautivan. Sucede también con el cine y las series. Hay zoología en Los Durrell, veterinaria en Todas las criaturas grandes y pequeñas, historia de la medicina en Charité y cosmología en No mires arriba. Hagan la prueba y ya no podrán parar de ver ciencia en toda la cultura que consuman. La lista de obras literarias en las que se la van a encontrar es interminable, desde Frankenstein de Mary Shelley hasta Las partículas elementales de Michel Houellebecq. Y muchas más: Los Viajes de Gulliver de Jonathan Swift; La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero, Opus Nigrum de Marguerite Yourcenar En busca de Klingsor de Jorge Volpi, Quédate este día y esta noche conmigo de Belén Gopegui…
Yo los animo a que vayan a su librería de confianza y compren lo que les dé la gana. Les apuesto lo que quieran a que seguro que tendrá algo que ver con la ciencia. e