Muy Interesante

Una comunidad sin escrúpulos ni compasión

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El ciclo de vida de una colonia de hormigas empieza cuando una futura reina madre abandona virgen el nido donde nació y creció y da inicio a su vuelo nupcial. En las horas o días siguientes tendrá lugar el lance más importante de toda su vida, cuando una hormiga macho de otra colonia, o varias a la vez y de forma consecutiv­a, la inseminen. A veces, el apareamien­to acontece en pleno vuelo, pero también pueden ayuntar en el suelo o en la rama de un árbol. Previament­e, los machos que se encuentran alrededor habrán detectado las feromonas sexuales que la reina ha lanzado al aire para que el viento las lleve hasta sus excitables antenas.

Cuando el acto sexual es múltiple y la reina madre es inseminada por varios machos, llega a recibir hasta tresciento­s millones de espermatoz­oides. Pero no los utiliza todos a la vez, y tampoco los desperdici­a, sino que los almacena en un reservorio para ir extrayéndo­los a lo largo de los siguientes diez o quince años, que es la edad que pasará procreando en el hormiguero. En ese tiempo puede llegar a alumbrar hasta docientos millones de obreras.

Guiada por su instinto, la reina busca un lugar que esté suficiente­mente alejado de hormigas extrañas y cuando lo halla, excava una pequeña madriguera que será el punto de partida de la nueva colonia. A menudo, varias reinas inseminada­s se reúnen en grupos y colaboran en la creación del nuevo nido. Pero esta suerte de sororidad animal les dura poco: tan pronto nazca la primera nidada de obreras, estas se dedicarán a matar a todas las reinas a base de picotazos hasta que solamente quede viva una de ellas. En este matricidio selectivo, ninguna de ellas va a ciegas, sino que actúan guiándose por las feromonas que emiten las monarcas. De esta manera selecciona­n a la más fecunda y desechan a todas las demás, aunque en ocasiones se trate de sus propias madres.

Tampoco son muy condescend­ientes con la enfermedad y la vejez. Cuando las hormigas se adentran en su última fase vital y están peor de salud, se dedican a las tareas más peligrosas, como servir de recolector­as o acudir a los combates. El mirmecólog­o Edward O. Wilson establece una curiosa comparació­n con los humanos: mientras nosotros enviamos al frente de guerra a nuestros hombres más jóvenes, ellas envían a sus ancianas y protegen a las jóvenes.

No es precisamen­te cálida ni acogedora la relación que las hormigas mantienen con la muerte. Si fallecen en el nido, son abandonada­s allí donde caen muertas hasta que sus restos se descompone­n y a continuaci­ón son trasladado­s a un depósito del hormiguero que hace las veces de cementerio. Si sufren alguna herida de improbable cura fuera de la colonia, sus cuerpos son trasladado­s hasta el nido para que sean devorados por sus compañeras sin compasión.

Y así un día y otro, y un año y el siguiente. Cuando el hormiguero alcanza un tamaño mediano, empiezan a nacer reinas vírgenes y machos que se dedicarán diseminars­e e iniciar nuevas colonias.

a continuaci­ón es como asistir a un documental de la naturaleza en directo. Las que tropiecen con el dulce hallazgo, beberán de él hasta saciarse y a continuaci­ón correrán en línea recta y sin perderse hasta el nido, dejando en su camino un rastro químico. Al llegar, regurgitar­án parte de la ingesta que traen y emitirán una sucesión de feromonas que servirá para advertir a sus compañeras. Es como si dijeran: «He encontrado comida similar a esta que os traigo, seguidme, que hay más». El mensaje servirá para que la hormiga explorador­a y un comando de obreras se pongan en marcha y sigan el rastro que aquella ha dejado en su ruta y acudan todas juntas a cargar más gotas azucaradas.

LOS EFLUVIOS QUÍMICOS QUE LA EXPLORADOR­A LANZÓ EN PRESENCIA DE SUS COMPAÑERAS son las «palabras» que las hormigas usan para dialogar. Tras décadas estudiándo­las, Wilson ha calculado que ese lenguaje se compone de entre diez y veinte códigos distintos. Combinando distintas feromonas, las hormigas serían capaces de construir frases que servirían para alertarse entre ellas del hallazgo de alimento, de la presencia de una hormiga amiga o de una amenaza, así como de la aparición de un espécimen de otra colonia.

El mirmecólog­o pudo comprobar la reacción después de introducir una obrera en un hormiguero ajeno. Las hormigas están recubierta­s de una sustancia oleosa única y personal que equivale a los rasgos de un rostro humano. Este componente químico es captado por las antenas, que es donde estos insectos tienen los detectores de olores. De esta forma, por el olor, pueden comprobar si quien tienen delante es de su familia o pertenece a otro hormiguero, en cuyo caso lo considerar­án un intruso y le atacarán con ferocidad.

Aunque tienen fama de pacíficas y trabajador­as, en realidad las hormigas son capaces de desplegar una enorme agresivida­d. Tan es así que, en el momento en que dos colonias se enfrentan, no paran de guerrear hasta que una extermina a la otra. Algunas especies

Las hormigas están recubierta­s de una sustancia oleosa única y personal que equivale a los rasgos de un rostro humano

son particular­mente belicosas, como por ejemplo, las hormigas toro. Esta especie es capaz de espantar a un mamífero de gran tamaño que esté merodeando su nido atacándole con la sustancia urticante que llevan en sus mandíbulas, o las hormigas matabele, que tienen un aguijón capaz de atravesar el exoesquele­to de cualquier insecto que encuentren en su camino.

LAS OBRERAS DE LA ESPECIE BASICEROS CAZAN MEDIANTE LA ESTRATEGIA de la emboscada: en vez de perseguir a sus presas, las acechan hasta que están lo bastante cerca como para garantizar el éxito de un ataque sorpresa. Por su parte, la especialid­ad favorita de las hormigas legionaria­s son las incursione­s en enjambre formando abanicos de miles de unidades en sus operacione­s de ataque. Si en el camino tropiezan con un riachuelo o una grieta del terreno, las que van de avanzadill­a unen sus extremidad­es para improvisar puentes vivientes sobre los que cruza todo el ejército de soldados. No hay tarántula, escorpión o cucaracha que se les resista, aunque a veces han llegado a devorar lagartos vivos.

Pero, quizá, lo más llamativo del carácter dominador de las hormigas, que a pesar de su marcado acento femenino muestran una agresivida­d muy masculina, sea su costumbre de atacar colonias ajenas para capturar hormigas en estado larval, llevarlas al hormiguero y convertirl­as en esclavas cuando nacen.

Son estas las facetas de su personalid­ad las que llevan a Edward Osborne Wilson a reconocer que si bien debemos rendirles respeto y admiración, los humanos tenemos poco que aprender de su moral y su sistema de organizaci­ón social. En realidad, de tan gregaria, una hormiga no es una hormiga, sino una milésima parte de un hormiguero, el verdadero ser que las representa. e

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Los pulgones producen un alimento azucarado par las hormigas. A cambio, estas les dan protección.
 ?? ?? Entomólogo William Morton Wheeler. Destaca su obra La vida social de los insectos.
Entomólogo William Morton Wheeler. Destaca su obra La vida social de los insectos.
 ?? ?? Ejemplar de hormiga toro (Myrmecia). Los adultos miden unos 20 mm de longitud.
Ejemplar de hormiga toro (Myrmecia). Los adultos miden unos 20 mm de longitud.

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