EL BAILE DE LAS HORMONAS FEMENINAS
EL CUERPO Y LA MENTE DE LAS MUJERES ESTÁN FUERTEMENTE DOMINADOS POR LAS HORMONAS. NO ES QUE DETERMINEN SU VIDA, PERO, SIN DUDA, LOS NIVELES DE ESTRÓGENOS Y DE PROGESTERONA INFLUYEN SOBREMANERA EN LA MITAD DE LA POBLACIÓN MUNDIAL.
El cuerpo de la mujer, como la luna y las mareas, es uno de los escenarios donde los cambios cíclicos se manifiestan de forma más evidente y espléndida. La continuidad de la especie es posible, en definitiva, gracias al baile continuo de estrógenos y progesterona que se desarrolla en el organismo femenino entre la pubertad y la menopausia. Los hombres no tienen esa ciclicidad hormonal. Es algo orientado a la reproducción: en este sentido, ellos siempre tienen que estar disponibles, pero en nosotras es más complejo porque no tenemos que poner solo una célula, sino el cuerpo entero para que el embarazo tenga éxito. Por ejemplo, la progesterona hace que baje la vigilancia inmunológica, con lo que tiene un efecto antiiflamatorio, para evitar que nuestro sistema inmune ataque al embarazo. También aumenta el catabolismo —transformación de moléculas complejas en moléculas sencillas— que pasan a la sangre, como el glucógeno que se convierte en glucosa, un sistema pensado para nutrir la gestación.
DURANTE LA EDAD FÉRTIL,
hay un predominio de estrógenos en la primera fase del ciclo, desde la regla a la ovulación, y en la segunda fase hay un predominio de progesterona. Entonces, ¿cómo afecta este vaivén al estado de ánimo y al comportamiento? Ambas hormonas tienen efectos en todos los sistemas del cuerpo, incluido el sistema nervioso central. La progesterona tiene un metabolito que activa el sistema GABA
del cerebro, que tiene un efecto ansiolítico y calmante. Por eso, en la segunda fase del ciclo estamos más tranquilas. En cambio, los estrógenos actúan como activadores neurales, por eso, tenemos esa sensación de más energía, casi como que nos comemos el mundo, cuando vamos llegando a la ovulación. En la primera fase estamos más calmadas porque igual estamos embarazadas, y en la segunda, con más ganas de relacionarnos.
AUNQUE NO SIEMPRE ES ASÍ.
Cuando hay un síndrome premenstrual, existe un déficit de progesterona en la segunda fase del ciclo, con lo que las mujeres que lo padecen están más irritables, pues no hacen los cambios en el cerebro que corresponden a esa fase. Incluso, algunas mujeres literalmente se deprimen cada mes antes de cada regla, incluso pueden llegar a tener ideas suicidas, debido al síndrome disfórico premenstrual, que conlleva una afectación muy intensa a nivel psicoafectivo.
Ahora bien, conviene dejar claro que no en todos los casos una carencia de la hormona progesterona tiene la culpa: también puede ocurrir que esa irritabilidad que se achaca a las mujeres unos días antes de tener la regla ocurra porque nos vemos en un entorno hostil que no nos deja estar en calma, como corresponde a la segunda fase del ciclo en que nos encontramos.e