EL GRAN ESFUERZO DE LA ELECTRIFICACIÓN
EN UN PASADO MUY RECIENTE, SOLO CON REBOBINAR MENOS DE UNA
DÉCADA, el futuro del coche eléctrico era simplemente eso, futuro. Los proyectos que mostraban las marcas eran ejercicios llenos de deseos y buenas intenciones basados en tecnologías incapaces de suplir las necesidades de un usuario medio, además de caras. La demonización del diésel, el lamentable e indiscutible cambio climático, así como el uso sobreactuado político de estas dos situaciones provocan la aceleración sin retorno de la llegada del vehículo eléctrico. Actualmente estamos inmersos en esta revolución, situación que nos hace incapaces de valorar como se está realizando, así como del alcance que producirá a medio y a largo plazo.
Los grandes grupos como Stellantis o Volkswagen han duplicado literalmente su porfolio de productos. Las marcas coreanas, Hyundai y kia han alcanzado la meta de llegar a democratizar las tecnologías consiguiendo precios muy similares en un coche gasolina o diésel frente a un vehículo electrificado. Las marcas premium sin excepción han aportado al mercado productos vanguardistas en tecnología demostrando que el lujo, la electrificación y la deportividad pueden ir montados sobre un mismo juego de cuatro ruedas.
Y no solo podemos quedarnos en una revisión individualizada de cada marca o grupo. La industria ha ido mucho más lejos siendo capaz de lograr sin excepción vehículos capaces de ser usados en el día a día, han logrado precios reales para usuarios reales, autonomías suficientemente aceptables para plantearnos que sea el único coche de cualquier garaje de cualquier familia. Parafraseando una célebre cita del norteamericano Henry Ford: «yo, cada vez que veo pasar un coche eléctrico, me quito el sobrero".