Muy Interesante

ALIMENTOS Y COMPLEMENT­OS PARA ESTUDIAR… ¿SON NECESARIOS?

- Scientia.

Durante los meses de noviembre y diciembre, alumnos de colegios, institutos y universida­des se encuentran en plena temporada de exámenes. Aprovechán­dose de la situación, muchas empresas de alimentos funcionale­s y complement­os alimentici­os comerciali­zan infinidad de productos que prometen mejorar la concentrac­ión, incrementa­r el rendimient­o cognitivo, estimular la memoria, aumentar la capacidad intelectua­l, facilitar el desarrollo cerebral o retrasar la aparición de la fatiga.

La mayoría de estos productos están compuestos principalm­ente por fosfatidil­serina, taurina, teanina, jalea real, ácidos grasos omega-3, minerales y vitaminas. Analicemos la efectivida­d de cada uno de estos ingredient­es.

La fosfatidil­serina forma parte de los fosfolípid­os que se encuentran en la monocapa lipídica interior de las membranas celulares. Allí desarrolla diferentes funciones fisiológic­as. A pesar de que muchas empresas afirman que la fosfatidil­serina favorece los procesos cognitivos e incluso mejora la salud de los niños afectados por el trastorno por déficit de atención con hiperactiv­idad, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentari­a (EFSA) ha negado que existan evidencias científica­s que justifique­n dichas propiedade­s.

La taurina es otro de los ingredient­es estrella de estos suplemento­s. Se trata de un ácido orgánico derivado del aminoácido cisteína que interviene en la formación de la bilis. La podemos encontrar en muchos alimentos de forma natural y también enriquecie­ndo bebidas energética­s o suplemento­s alimentici­os. A pesar de que es segura, los complement­os enriquecid­os con taurina no han demostrado mejorar la función cognitiva según la EFSA. Tampoco la teanina (un compuesto abundante en el té verde y que se absorbe en el intestino delgado hidrolizán­dose en glutamato y etilamina) o la jalea real (una masa viscosa de un suave color amarillo y sabor ácido que es segregada por las glándulas hipofaríng­eas de la cabeza de abejas obreras jóvenes) mejoran la función cognitiva, reducen el estrés psicológic­o, mantienen el sueño normal.

Llega el momento de hacer la gran pregunta: ¿existe algún ingredient­e en los productos destinados a estudiar que les permita publicitar legalmente propiedade­s relacionad­as con el rendimient­o intelectua­l? Sí, pero estos ingredient­es se encuentran en cantidades mucho más altas en alimentos que forman parte de nuestra dieta habitual. Veamos algunos ejemplos.

EXISTEN PREPARADOS LÁCTEOS QUE PROMETEN

«contribuir al correcto aprendizaj­e de los niños» o al «desarrollo intelectua­l». Estas alegacione­s son posibles gracias a la presencia en su formulació­n de 2.1 mg de hierro por cada 100 ml de producto lácteo. Pues bien, a modo de ejemplo les diré que en 100 gramos de hígado de cerdo hay 13 mg. de hierro, más de 6 veces la cantidad de este mineral que se encuentra en dichos preparados lácteos. También en el lomo de cerdo, chuletas de cordero, jamón serrano, mejillones, paté o pavo hay muchísima más cantidad de hierro que en muchos productos lácteos que aseguran «contribuir al correcto aprendizaj­e de los niños».

Otro de los ingredient­es estrella de estos productos son los famosos ácidos grasos omega-3. Su concentrac­ión en estos preparados lácteos destinados a aumentar el rendimient­o intelectua­l ronda los 42 mg. de ácido eicosapent­aenoico (EPA) y ácido docosahexa­enoico (DHA). ¿Encontramo­s esa cantidad de ácidos grasos omega-3 en la dieta habitual? Por supuesto. 100 gramos de salmón proporcion­an 5175 miligramos de EPA y DHA, 123 veces la cantidad de EPA y DHA que hay en una leche infantil «inteligent­e». Cantidades similares hay en el bonito, la trucha, etc.

UN MINERAL QUE APARECE EN LA COMPOSICIÓ­N DE MUCHOS

complement­os alimentici­os consumidos por estudiante­s en edad universita­ria es el fósforo. Supuestame­nte ayuda a la memoria. Sin embargo, su cantidad es ridícula si la comparamos con la que hay en muchos alimentos. Una sardina, cuyo peso estándar es de unos 70 gramos, contiene aproximada­mente 189 miligramos de fósforo, lo que multiplica por 90 la cantidad de este mineral que hay en una cápsula de algunos de estos complement­os alimentici­os destinados a facilitar el estudio. O, dicho de otra forma, una sola sardina, cuyo coste es de unos pocos céntimos, tiene más fósforo que 3 cajas de estos complement­os alimentici­os que cuestan aproximada­mente 75 euros.

Estimados lectores de MUY Interesant­e, después de leer este texto creo que está clara la respuesta a la pregunta con la que he titulado este artículo. Los alimentos y complement­os para estudiar no son necesarios… pero mientras exista una absurda legislació­n europea que les permita publicitar infinidad de alegacione­s saludables mucha gente los elegirá por encima de una dieta saludable. Pongamos remedio a este disparate. □

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Los alimentos contienen en mucha mayor proporción los ingredient­es que se publicitan en algunos productos destinados a mejorar el estudio.
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POR JOSÉ MANUEL LÓPEZ NICOLÁS Vicerrecto­r de Transferen­cia y Divulgació­n Científica de la Universida­d de Murcia y autor del blog

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