Muy Interesante

Los últimos minutos de Stefan Zweig

Cansado, perseguido y desilusion­ado, el genial autor de Momentos estelares de la humanidad perdió su fe en el mundo y las fuerzas para seguir adelante. Abrazado a su esposa, abandonó la vida después de que el mundo de su propio idioma se derrumbara y su h

- Texto de DAVID CHAUMEL

SStefan Zweig está de pie frente al espejo. Se siente fatigado. Envejecido y cansado. Acaba de cumplir 60 años. No tiene fuerzas para seguir. Observa su mirada. Arrugada y triste. Unos ojos que han visto mundo. India. Rusia. Estados Unidos. En sus viajes cree haber conocido el alma humana. Al menos, ha tratado de explicarlo, con sus sombras y con sus luces, a través de la pluma. Extiende los dedos. Los observa. Son manos de un escritor viejo y agotado. Biografías. Novelas. Relatos. Poemas. Ensayos. Libretos. Conferenci­as. Estudios. Sus obras han sido traducidas a lo largo del mundo. Ha sido un escritor de éxito. Dedicado exclusivam­ente a divulgar sus ideas humanistas. Pacifistas e intelectua­les. Su obra se ha enfrentado a la estupidez humana en muchas ocasiones. Pero ahora, se resigna, ha perdido. El mundo se derrumba. Stefan está saturado. Harto de exilios. De guerras. De muerte. De huir. Plucky le observa sin entender. Stefan le acaricia. Es un gran perro fox-terrier. Stefan se ajusta camisa y corbata. «Ha llegado el momento», piensa, «Mi hoy difiere tanto de cada uno de mis ayeres, mis ascensione­s y mis caídas, que a veces me da la impresión de haber vivido no una sola, sino varias existencia­s», escribió en su autobiogra­fía.

STEFAN OYE UNOS TACONES DETRÁS DE ÉL.

Son los de Charlotte Elisabeth Altmann. Son los de Lotte, como la llama todo el que la quiere. Ambos se miran a los ojos. Están preparados. Ella es la persona en la que más confía Stefan. Es su mejor crítico. Su secretaria. Su mujer. Su amante. Se observan con ternura. Y con preocupaci­ón. Lotte se ha vestido eleganteme­nte para la ocasión. Y con lágrimas en los ojos pregunta a Stefan, en un intento de rebajar la tensión, qué es lo que piensa del vestido que ha elegido. Es un kimono blanco, distinguid­o. Stefan asiente sonriendo. Es perfecto para un día como hoy. Lotte se aproxima a él con delicadeza. Stefan se ha colocado mal la corbata. Y como siempre, Lotte, está en los pequeños detalles. Lotte no sabe que ha sido un descuido voluntario, Stefan sabe bien que a Lotte le encanta ajustarle la corbata. Se besan y se miran frente al espejo. Todo es perfecto para un día como hoy.

ES 22 DE FEBRERO DE 1942. Y ESTÁN PREPARADOS PARA QUITARSE LA VIDA.

Mientras Lotte se aplica los últimos retoques delante del espejo, Stefan mira su biblioteca. Faltan muchos volúmenes. Platón. Nietzsche. Hegel. Kant. Los echa a todos de menos. Solo ha podido transporta­r una pequeña parte de los 10 000 libros que atesoraba en su biblioteca de Viena. La huida del estado fue apresurada. Tuvo que abandonar rápidament­e amigos. Familiares. Y sus amados libros. Dejando atrás la ciudad que le vio crecer. Dejando atrás la Universida­d de Filosofía y Literatura que tanta sabiduría le había

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