¿QUIÉNES FUERON LOS PRIMEROS EUROPEOS?
LOS ÚLTIMOS ANÁLISIS GENÉTICOS OBTENIDOS DE LOS RESTOS DE SUS HABITANTES ANCESTRALES REVELAN QUE EUROPA SIEMPRE HA SIDO UN CRISOL EN EL QUE CONFLUYERON ESTIRPES INMIGRANTES ORIUNDAS DE ÁFRICA, DE ORIENTE PRÓXIMO Y DE LAS LLANURAS HERBÁCEAS DE LA ACTUAL RUSIA.
LLA IDEA DE QUE EN ALGÚN MOMENTO hubo poblaciones «puras» de europeos ancestrales, presentes en el territorio desde los tiempos del mamut lanudo, ha inspirado ideologías desde mucho antes del nazismo. De ella ha bebido siempre el supremacismo blanco, y en los últimos años ha alimentado el miedo a la inmigración, un temor que ha amenazado con desintegrar la Unión Europea y ha enturbiado la política en Estados Unidos. ¶ Ahora la ciencia ofrece respuestas nuevas a los interrogantes sobre la identidad y el origen de los europeos. Sus hallazgos sugieren que el continente ha sido un crisol desde la última glaciación. Los europeos actuales son una mezcla variable de estirpes ancestrales procedentes de África, Oriente Próximo y la estepa rusa. ¶ Las pruebas que sustentan esta tesis son arqueológicas –con el análisis de huesos y dientes milenarios– y lingüísticas. Pero la evidencia más relevante es la aportada por el nuevo campo de la paleogenética. En la última década se ha podido secuenciar el genoma íntegro de humanos que vivieron hace decenas de miles de años.
Gracias al progreso técnico de los últimos años, la secuenciación es ya una técnica económica y eficiente; el precio de secuenciar un fragmento óseo bien conservado ronda hoy los 450 euros. El resultado ha sido una avalancha de información que está transformando la arqueología. Solo en 2018 se determinó el genoma de más de mil humanos prehistóricos, casi siempre a partir de huesos exhumados hace años y preservados en museos y laboratorios. En el camino, cualquier idea de pureza genética europea ha sido eliminada.
El análisis de los genomas antiguos es el equivalente a los kits de análisis personales de ADN que se comercializan hoy, solo que están destinados a gente que murió mucho antes de que se inventasen la escritura, la rueda o la alfarería. Desde el color del pelo y de los ojos hasta la intolerancia a la lactosa, todo puede determinarse a partir de menos de 40 miligramos de hueso o de diente. Y, al igual que ocurre con los análisis personales de ADN, los resultados nos ofrecen pistas sobre la identidad y el origen de antepasados remotos, y por ende, sobre migraciones ancestrales.
Hoy parece claro que la prehistoria europea fue el resultado de tres grandes desplazamientos de poblaciones. Aquellos inmigrantes trajeron consigo el arte y la música, la agricultura, la ganadería y las ciudades, la domesticación del caballo y la rueda. Introdujeron las lenguas indoeuropeas que hoy se hablan en buena parte del continente, y es posible que también trajesen la peste. Los últimos grandes participantes de la constitución genética de la Europa occidental y central –los últimos de los primeros europeos, por así decirlo– llegaron de la estepa rusa cuando estaba construyéndose Stonehenge, hace cerca de 5.000 años. Y remataron la obra.
En una época marcada por los debates sobre migración y fronteras, la ciencia demuestra que Europa es y siempre ha sido tierra de inmigrantes.
«Los actuales habitantes de un territorio dado no descienden de las personas que vivían en él hace milenios –dice David Reich, paleogenetista de la Universidad Harvard–. No existen poblaciones indígenas. Quien pretenda invocar el concepto de pureza racial se dará de bruces con un sinsentido».