Recordando el viaje
En sus memorias, el dalái lama escribe sobre la huida hacia el sur atravesando montañas custodiadas por guerrilleros tibetanos. «De ahí en adelante supe que estábamos rodeados por cientos de guerrilleros invisibles […] cuya misión era protegernos». Pero la noticia de que se acercaban tropas chinas dio al traste con sus esperanzas de reconstituir el Gobierno en algún otro punto del Tíbet. «Todos habíamos aceptado la cruda realidad […] de que si intentábamos detenernos en las montañas, dondequiera que fuese, los chinos nos encontrarían». Describe cómo los aterrados viajeros se apearon de sus monturas y huyeron asustados cuando un avión los sobrevoló. «Fue la confirmación de que la única alternativa era el exilio, que cualquier lugar del Tíbet en el que me detuviese sería con toda probabilidad bombardeado o asediado».
Debilitado por la disentería y con la garantía de que recibiría asilo político en la India, el dalái lama salió del Tíbet. «Vi la frontera sumido en una nube de aturdimiento por la enfermedad, el cansancio y una infelicidad más profunda de lo que puedo expresar». Los simpatizantes indios se congregaban para ver al líder tibetano en cada parada de los 2.092 kilómetros de viaje en tren hacia Mussoorie. «Me alegraba el corazón y me traía a la mente un proverbio tibetano: “El dolor existe como medida del placer”».