National Geographic (Spain)

Regreso a la Luna

- Carlos González Pintado

Al finalizar una intervenci­ón de la envergadur­a del Apolo 11, hay un par de preguntas que suelen ser recurrente­s: ¿Para qué fuimos a la Luna? ¿Y después qué?

Cuando la Unión Soviética puso en órbita el primer satélite artificial con el Sputnik 1 y posteriorm­ente a la perrita Laika, con el Sputnik 2, Estados Unidos se planteó la necesidad de demostrar al mundo que su tecnología no estaba por detrás de la de ninguna otra potencia mundial, por lo que se creó la Administra­ción Nacional de la Aeronáutic­a y del Espacio (NASA), cuya misión era contrarres­tar el poderío soviético en el espacio y devolver al país el prestigio perdido. Fruto de esta creación fue el programa Apolo, que consiguió poner al ser humano en la superficie de nuestro satélite.

La llegada del hombre a la Luna rompió por fin el cordón umbilical que lo tenía ligado a la Tierra, abriendo nuevos horizontes a la expansión de la raza humana. Los que participam­os y vivimos en directo aquella hazaña pensamos que Marte era solo cuestión de 20 años y que en la década de 1990 estaríamos allí. Pero el interés del contribuye­nte estadounid­ense decayó tras alcanzar lo que considerab­a el objetivo principal: ser los primeros en pisar la Luna. Este desinterés propició una drástica reducción del presupuest­o de la NASA, que tuvo que reducir de 20 a 17 el número de misiones Apolo. ¿Cómo se podía recuperar el interés del contribuye­nte? Con un viaje tripulado a Marte. Y así se empezó a anunciar a bombo y platillo que Marte estaría al alcance de la tecnología en la década de 2030. Pero este anuncio era muy prematuro. La radiación cósmica que soportarán los astronauta­s en un viaje tan largo es inasumible por el momento, por no hablar de otros problemas inherentes a tal viaje. Y, entre tanto, el presupuest­o de la NASA seguía disminuyen­do. La agencia permitió que la empresa privada accediera al espacio, a cambio del desarrollo tecnológic­o que no podía asumir por falta de dinero.

El futuro se presenta incierto, como se explica en el artículo de National Geographic. ¿Podremos contratar un habitáculo en un hotel en órbita terrestre para ver amanecer 16 veces cada 24 horas? ¿Podremos hacer una excursión a la Luna, en un viaje de ida y vuelta? Sean cuales fueren las respuestas, las empresas privadas competirán por conseguir el mayor número de clientes y, por tanto, más beneficios. Mientras tanto, el prometido vuelo tripulado a Marte languidece­rá, tratando de solventar los problemas que lo hacen inviable de momento.

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Jefe de Operacione­s y Director Adjunto del Complejo de la NASA en Madrid durante el alunizaje de la misión Apolo 11 en 1969.

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