Reciclar con mucho arte
VIDRIO, MADERA, HIERRO … todo aquello que para el resto de los mortales es solo basura, para Miquel Aparici es una obra de arte, la materia prima con la que construir un parque zoológico particular. A modo de metáfora imposible, este atípico escultor de lo cotidiano transforma objetos deteriorados por el tiempo en animales imaginarios que conforman un arca de Noé construida con piezas recicladas.
Aparici lleva años explorando las infinitas posibilidades que ofrecen los objetos y materiales desechados para representar animales. Todo empezó por casualidad hace casi 20 años. Acababa de llegar de un viaje a Formentera y quedó fascinado con la fauna autóctona. Mientras tomaba café con un amigo, dibujó con la cuchara insectos, lagartijas y otras criaturas que había visto en la isla. Maravillado con los resultados, improvisó esculturas con materiales usados, a los que daba una segunda vida, según dice, «buscando la belleza donde otros no la veían».
Su obra abarca criaturas de todas las formas y tamaños posibles: ya sea un rinoceronte de tamaño real fabricado con piezas de tractor y un cuerno de cerámica; un guepardo confeccionado, entre otras cosas, con palas de frontón, un depósito de gasolina, maderas de tonel y patas de bañera; o una ballena hecha con una funda de piedra de afilar, un gancho para pozo y un grifo de una bota de vino. La única condición es que sean materiales usados. «No me sirve cualquier objeto, tienen que tener alma, ya sea por el roce, el óxido o los restos de pintura… cualquier cosa que active mi sentido de la belleza», aclara.
Su muestra Zooteka puede visitarse hasta el 6 de octubre en el Centro de Recursos Medioambientales de Cristina Enea, en San Sebastián.