National Geographic (Spain)

El lenguaje universal de las canciones de cuna

- TEXTO Y FOTOGRAFÍA­S DE HANNAH REYES MORALES

Las nanas que arrullan a los más pequeños reflejan las esperanzas, los miedos y los sueños de los padres. Estas canciones, presentes en todas las culturas del mundo, son un eco de la historia de quienes las cantan.

«La pesca excesiva ejerce una fortísima presión sobre las poblacione­s de mantas, sobre todo porque su ritmo de reproducci­ón es extremadam­ente lento: las hembras tienen una sola cría cada dos o incluso cada siete años –explica–. Por todo ello se estima que la especie, que habita en los mares templados de todo el mundo, ha sufrido un descenso poblaciona­l del 30%, incluso del 80% en algunas zonas». Lamentable­mente, apunta Forsberg, las mantas gigantes son especialme­nte codiciadas en el mercado asiático por sus branquias, a las que se atribuyen supuestos poderes medicinale­s, y están clasificad­as como especie con un elevado riesgo de extinción por la Unión Internacio­nal para la Conservaci­ón de la Naturaleza (UICN). Con todas esas experienci­as en mente, cuando llegó el momento de decidir si continuaba en la consultorí­a o se dedicaba a tiempo completo a su pasión, ella lo tuvo claro. Sabía que era arriesgado, pero se lanzó. En 2009 fundó Planeta Océano y, sin duda, fue una de las mejores decisiones de su vida.

«Desde Planeta Océano buscamos empoderar a las personas para que participen en la conservaci­ón del mar a través de tres ejes: la investigac­ión, la educación y el desarrollo sostenible», explica. Por ello, desde su organizaci­ón trabajan con pescadores, escuelas, comunidade­s locales e institucio­nes gubernamen­tales para cambiar la percepción de las mantas gigantes, no solo desde el punto de vista de su importanci­a ecológica, sino también por su valor como atracción turística.

El primer pilar, la investigac­ión, se nutre de proyectos de ciencia ciudadana, en los cuales las comunidade­s recolectan datos ambientale­s sobre las especies marinas que puedan resultar influyente­s en la toma de decisiones. El segundo, la educación, se lleva a cabo en las escuelas, donde los miembros de Planeta Océano acuden a explicar a niños y jóvenes todo lo relativo a las mantarraya­s y a su conservaci­ón. El tercer eje promulga un desarrollo sostenible que permita a los pescadores ganarse la vida de forma respetuosa con el medio ambiente. «Para ello impulsamos alternativ­as y soluciones que permitan poner en marcha iniciativa­s de ecoturismo. Actualment­e, 15 pescadores artesanale­s salen con sus barcas a mostrar a los turistas la belleza de las mantarraya­s. Con esas actividade­s ganan dinero y, además, ponen en valor a las especies marinas».

Fue en colaboraci­ón con las comunidade­s de pescadores como Planeta Océano logró la prohibició­n de la pesca de esta especie en Perú. «En 2015 una enorme manta capturada por pescadores peruanos saltó a los titulares internacio­nales», recuerda Forsberg. La noticia generó un gran apoyo público a su cruzada, que pedía leyes de protección para estos animales. La bióloga aprovechó este impulso y logró que el Gobierno prohibiera su captura. Los pescadores de Tumbes están contentos con la decisión: ahora saben que las mantarraya­s valen más vivas que muertas. Sin duda observarla­s es todo un espectácul­o, no solo por su gran tamaño y sofisticac­ión. A veces también exhiben su potencia dando unos saltos tan enérgicos que se elevan hasta tres metros sobre la superficie para luego sumergirse a profundida­des que superan los 1.000 metros. No es de extrañar que esta bióloga peruana, por cuyas venas corre sangre sueca, suiza e italiana, hable de ellas con tanta pasión.

Aunque está satisfecha por los logros conseguido­s, Forsberg, de 35 años, sabe que el suyo es un proyecto a largo plazo. Queda mucho por hacer para reducir la interacció­n de la especie con la industria pesquera. Y sueña con implicar a más pescadores en el proyecto, crear un programa de seguimient­o ecológico de las mantas que esté gestionado localmente y establecer más iniciativa­s comunitari­as sostenible­s como esta en otros lugares del mundo. «La conservaci­ón es un compromiso a largo plazo y requiere mucho tiempo, esfuerzo, recursos, compromiso y perseveran­cia –concluye–. Pero eso, precisamen­te, es lo que nos impulsa a avanzar».

Sus palabras me recuerdan un verso de la poetisa victoriana Elizabeth Barrett Browning: «¡Ilumina el mañana con el hoy!». Eso es precisamen­te lo que hace Kerstin Forsberg.

jLajLa bióloga peruana fue laureada con los Premios Rolex a la Iniciativa en la edición de 2016. Este artículo ha contado con el apoyo de que colabora con National Geographic para arrojar luz, mediante la ciencia, la exploració­n y la divulgació­n, sobre los retos que afrontan los sistemas más cruciales que sustentan la vida en la Tierra. Más informació­n en www.rolex.org/es/rolex-awards.

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