GESTAR una ESPERANZA
Un nuevo avance médico podría salvar de la extinción inminente a los rinocerontes blancos del norte.
LA CIENCIA HA SUPERADO un importante obstáculo en su esfuerzo por salvar de la extinción al rinoceronte blanco del norte tras haber logrado la primera gestación de un rinoceronte por fecundación in vitro.
Este éxito en el ámbito de la reproducción asistida, anunciado en enero, se hizo realidad al implantar un embrión de rinoceronte blanco del sur en una madre sustituta llamada Curra. El avance demostró la viabilidad de una estrategia que podría ayudar a otras especies de rinocerontes, asegura Jan Stejskal desde el proyecto Biorescue, un consorcio internacional de científicos que dirige esta investigación. Curra murió de una infección bacteriana no relacionada con la gestación cuando apenas había superado dos meses de los 16 que duraría el embarazo, explica Stejskal, pero el éxito de la transferencia embrionaria y de las primeras fases de la gestación allanan el camino para emplear la misma técnica con un embrión de rinoceronte blanco del norte.
El proceso fue documentado en exclusiva por National Geographic, que desde 2018 informa sobre la situación crítica en la que se halla el rinoceronte blanco del norte.
En un futuro próximo, Biorescue espera implantar un embrión de rinoceronte blanco del norte en una hembra de rinoceronte blanco del sur. Estas dos subespecies africanas son tan parecidas, apuntan los investigadores, que el embrión tiene muchas probabilidades de salir adelante.
A largo plazo, este método podría ayudar a otras especies de rinocerontes en peligro crítico, como es el caso de los
rinocerontes asiáticos de Java y de Sumatra, cuyas poblaciones actuales no alcanzan el centenar de individuos, dice Stejskal. Pero en este momento la situación del rinoceronte blanco del norte es la más acuciante. No quedan machos –el último se llamaba Sudán y murió en 2018–, y los únicos individuos supervivientes son dos hembras de edad avanzada que viven bajo vigilancia armada en un recinto de 285 hectáreas de una reserva de fauna keniana llamada Ol Pejeta Conservancy.
El rinoceronte blanco del norte vivió en su día en todo el centro de África, pero en las últimas décadas su población se ha desplomado como consecuencia de la enorme demanda internacional de cuerno de rinoceronte, con el que se confeccionan tallas y se fabrican preparados medicinales sin ningún aval científico. La demanda de cuerno de rinoceronte, compuesto de queratina –la misma sustancia que forma las uñas–, no hace ascos a ninguna especie, si bien es cierto que se ha cebado especialmente con el rinoceronte blanco del norte. Son animales «de aspecto prehistórico que han sobrevivido millones de años, pero que quizá no logren sobrevivirnos a nosotros», advierte la fotógrafa Ami Vitale, Exploradora de National Geographic que desde 2009 documenta el esfuerzo de los científicos por ayudar a esta subespecie.
PARA EVITAR LA EXTINCIÓN de este mamífero, Biorescue ha utilizado esperma congelado de rinocerontes blancos del norte y óvulos extraídos de la hembra más joven de las dos que quedan. Hasta ahora han conseguido preservar una treintena de embriones, apunta Thomas Hildebrandt, director científico de Biorescue y experto en reproducción de fauna salvaje perteneciente al Instituto Leibniz de Investigación en Zoología y Fauna Salvaje de Berlín.
El objetivo a largo plazo –«dentro de unas décadas», concreta Stejskal– es reintroducir rinocerontes blancos del norte en los países de su área de distribución.
En toda África quedan aproximadamente 23.000 rinocerontes: casi 17.000 son rinocerontes blancos del sur y 6.000 son rinocerontes negros, una especie de tamaño algo menor y cuyas tres subespecies corren peligro crítico. En Asia, además de los rinocerontes de
Java y de Sumatra, ambos en peligro crítico, habita también el rinoceronte indio, cuya población está aumentando y actualmente se calcula en unos 2.000 individuos.
La iniciativa de Biorescue ha sufrido numerosos contratiempos y, aunque el equipo cuenta hoy en día con embriones congelados, el tiempo no juega a su favor. Los investigadores pretenden utilizar hembras de rinocerontes blancos del sur para gestar los embriones de rinoceronte blanco del norte, pero quieren que cualquier cría de rinoceronte blanco del norte que nazca pueda conocer a otros miembros de su subespecie y aprender de ellos, lo que significa que deben nacer antes de que mueran las dos hembras supervivientes.
«La conducta de estos animales es aprendida, no está precodificada en los genes», afirma David Balfour, al frente del grupo de expertos en rinocerontes africanos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. (Y ajeno a los proyectos de Biorescue). Pero conseguir que nazcan crías vivas antes de que mueran las dos últimas hembras será extremadamente complicado. «La verdad es que trabajamos al filo de lo imposible –asegura–, pero merece la pena intentarlo».
Najin, la hembra de más edad, cumplirá 35 este año y Fatu cumplirá 24. La esperanza de vida de ambas, nacidas en un zoológico de la República Checa, se calcula en unos
Trabajamos AL FILO DE LO IMPOSIBLE, pero merece la pena INTENTARLO –DAVID BALFOUR, experto en rinocerontes
40 años, apunta Stejskal, quien también es director de proyectos internacionales del Safari Park Dvůr Králové, el parque zoológico donde vivieron las dos hembras hasta que en 2009 fueron trasladadas a Kenia.
Biorescue tiene previsto transferir uno de sus embriones de rinoceronte blanco del norte a una hembra de rinoceronte blanco del sur dentro de los próximos seis meses, anuncia Stejskal.
El grupo ya ha identificado a la próxima madre gestante y ha adoptado precauciones para protegerla de infecciones bacterianas, como habilitar un nuevo recinto e implantar protocolos de desinfección de las botas de los trabajadores. Ahora deben esperar al estro, el período de celo en que se mostrará sexualmente receptiva.
Han reclutado a un macho recién esterilizado para que «recele» a la hembra, es decir, que la incite, explica Hildebrandt, y añade que deben esperar unos cuantos meses para asegurarse de que la esterilización no se vea socavada por esperma residual.
El acto sexual también pone en marcha en el cuerpo de la hembra una cadena esencial de fenómenos que elevarán la probabilidad de éxito cuando, en torno a una semana después, se la someta a la transferencia quirúrgica del embrión. Es poco probable que la
cópula se produzca sin que el personal de la reserva se percate: los rinocerontes blancos suelen tardar unos 90 minutos en aparearse, dice Hildebrandt.
CON TAN POCOS INDIVIDUOS, la viabilidad genética del rinoceronte blanco del norte puede parecer incierta. Pero el equipo de Biorescue se remite a los rinocerontes blancos del sur, cuya población probablemente descendió por debajo de los 100 ejemplares –quizás incluso se desplomase hasta la veintena– por culpa de la caza a finales del siglo xix y aún así se recuperó gracias a la protección oficial y las intensivas estrategias de conservación.
Aparte de contar con su reducida colección de embriones, el equipo de Biorescue confía en ampliar la reserva genética del rinoceronte blanco del norte recurriendo a una fuente poco habitual: células dérmicas extraídas de muestras de tejido conservadas. Su intención es utilizar técnicas de manipulación de células madre para reconfigurar esas células dérmicas y convertirlas en gametos, emulando un trabajo parecido llevado a cabo con ratones de laboratorio.
Según su plan, esas células sexuales creadas en el laboratorio se combinarían con esperma y óvulos naturales para crear embriones que a continuación se implantarían en hembras de rinoceronte blanco del sur para su gestación.
Estas técnicas de reprogramación de células madre ya han culminado en crías sanas en experimentos llevados a cabo con ratones de laboratorio, explica Hildebrandt, pero los rinocerontes se han estudiado menos y se conocen peor que los ratones, lo que eleva el grado de dificultad del proyecto.
La iniciativa de revitalización del rinoceronte blanco del norte ha costado millones de euros y ha gozado del apoyo de una serie de donantes públicos y privados, como el Ministerio Federal de Educación e Investigación de Alemania. En el proyecto también colaboran el Instituto Leibniz de Investigación en Zoología y Fauna Salvaje, el Safari Park Dvůr Králové de la República Checa, el Servicio de Vida Salvaje de Kenia y Ol Pejeta Conservancy, así como Katsuhiko Hayashi, catedrático de biología del genoma de la Universidad de Osaka, en Japón, que llevó a cabo la investigación con células madre de ratones.
Basándose en la técnica desarrollada por Hayashi, el acervo genético del rinoceronte blanco del norte podría sumar en última instancia 12 individuos, apunta Stejskal. «Tenemos la salvación de la especie al alcance de la mano –asegura Stejskal–. Y por eso creo que es nuestra responsabilidad intentarlo». Wildlife Watch es un proyecto de periodismo de investigación que cuenta con el apoyo de National Geographic Society.