EL DÍA QUE PARAMOS EL MUNDO
Desde hace muchos años,
el cine y la televisión han especulado con la posibilidad de que una pandemia se abatiera sobre la humanidad, ofreciendo desenlaces distópicos mas o menos espectaculares y catastróficos. Sin embargo, no dejaban de ser obras de ficción más o menos creíbles. Muy pocos, salvo aquellos aficionados a las conspiraciones, creían que pudiera que en un mundo moderno y tecnificado como el que estamos alcanzando pudiera producirse, a pesar de los ejemplos ocurridos en el pasado con pestes bubónicas o gripes españolas o aviares.
Sin embargo,
y contra todo pronóstico, el denominado Corona Virus o Covid-19 se ha colado hasta la última rendija de nuestra, en teoría, aséptica existencia, y lo que en principio parecía una simple gripe, se ha convertido en la herramienta definitiva para transformar el mundo. Lo que no pudieron guerras, atentados y otras enfermedades lo está consiguiendo este virus que se dio a conocer en China, cuyo logro más espectacular ha sido el frenazo casi completo de la actividad no sólo en nuestro país, sino en prácticamente todo el globo.
Aunque siempre hay expertos
y gurús que tiran de la bola de cristal para explicarnos las consecuencias de todo tipo de fenómenos, lo cierto es que es casi imposible predecir cómo será el mundo cuando consigamos acabar con el bichito de marras que está acabando con un porcentaje cada vez más importante de la población y de la economía a nivel global. La única certeza en la que casi todo el mundo coincide es que ya nada será igual, y así como nos terminamos acostumbrando a perder parcelas de libertad a favor de una mayor seguridad para acabar con el terrorismo, también tendremos que acostumbrarnos a perder parcelas de socialización en favor de una mayor asepsia y control de enfermedades.
Centrándonos en el plano económico
y más concretamente en la posventa de automoción, el verdadero problema está en si podremos, tras un parón sin precedentes como el que estamos viviendo, volver a arrancar un motor ya de por si un poco gripado por la transformación tecnológica y social que está sufriendo en los últimos ejercicios, que ya lleva meses cargando de incertidumbre a muchos actores. Sin embargo, la capacidad de adaptación del ser humano es sorprendente, al igual que la del mercado para autorregularse, y aunque nos cueste, seguro que finalmente saldremos adelante, aunque seguramente con bajas por el camino.
Mientras tanto,
el único camino posible es el de la contención para intentar acabar con la enfermedad, y sobre todo el de la solidaridad. A fin de cuentas, este sí que es un fenómeno que trabaja a favor de la globalidad, pues nos está atacando como especie, y como tal tendremos que responder, sin egoísmos ni intentos de lucro a costa de la situación, como ya están haciendo un importante número de empresas, con contribuciones en la medida de sus posibilidades, y una miríada de individuos anónimos que se dejan cada día la vida, literalmente, por sus congéneres. Un aplauso sin fin para ellos.
LA ÚNICA CERTEZA EN LA QUE CASI TODO EL MUNDO COINCIDE ES QUE YA NADA SERÁ IGUAL TRAS ESTA PANDEMIA