Nou Torrentí

Sergio Alapont: “Esta música está diseñada para que la emoción llegue al público”

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El próximo 31 de mayo, a las 20.00 horas, sonarán en el Auditori Vicent Torrent dos obras maestras del apogeo sinfónico del siglo XIX en Centroeuro­pa: las Danzas eslavas del compositor Antonín Dvorák y la 4ª Sinfonía de Johannes Brahms. La Janácek Philharmon­ic Ostrava de la República Checa será la encargada de interpreta­r estos temas bajo la batuta de Sergio Alapont. Este director de orquesta, nacido en Benicasim y radicado en Florencia, cuenta con 17 años de experienci­a. España, Francia, Italia, Reino Unido, Austria, Estados Unidos, México, Israel y China son solo un pequeño ejemplo del gran número de países en los que el maestro ha dirigido. Además, ha sido director asistente en produccion­es operística­s a escala internacio­nal y, en 2016, la revista italiana GBOPERA le otorgó el premio al mejor director. ¿Estás preparado/a para acompañarn­os a lo largo de esta entrevista? ¡Música, maestro!

¿De dónde viene tu pasión por la música?

Mi padre era profesor de conservato­rio y, mi hermano y yo nunca valoramos ninguna opción que no fuera la ser músicos. Cuando escuchaba música en casa sentía cosas muy especiales. Por lo tanto, estudiar música y dedicarme a ello era algo que se dio por obvio desde que era muy pequeño.

¿Tenías algún objetivo marcado cuando empezaste?

El objetivo era disfrutar haciendo música y hacer música con otros músicos. La disciplina de la dirección de orquesta requiere una vida de aprendizaj­e. Si uno se marca la exigencia de seguir dando lo mejor de uno mismo para la interpreta­ción de cada obra musical, podemos percatarno­s de que siempre es mejorable. En esta profesión es inevitable dejar de estar sumergido en el mundo la música, ya que requiere una dedicación diaria.

¿Con qué dificultad­es te has encontrado a la hora de consolidar tu carrera como director de orquesta internacio­nal?

Las dificultad­es son principalm­ente las del máximo esfuerzo. Por ejemplo, si te surge la oportunida­d de entrar en un teatro importantí­simo y tienes un determinad­o tiempo para preparar una sinfonía, hay días en los que prácticame­nte no duermes nada. Hacer el mejor trabajo posible en poco tiempo requiere un esfuerzo sobrehuman­o. En los primeros años de carrera tienes que llamar a muchas puertas y ver que la gran mayoría de tus compañeros de profesión no consigue o no ha conseguido a lo largo de los años abrirse camino. Esto te puede minar la energía y el ánimo para seguir adelante.

¿Por qué crees que lo has conseguido?

Yo creo que he tenido la suerte de encontrar a las personas adecuadas y de conseguir las oportunida­des que he buscado. El máximo esfuerzo es algo que he practicado y practico desde el inicio hasta ahora después de 17 años de carrera. El que perdura que no se puede intentar rentabiliz­ar. ¡Menos mal que en Europa la sensibilid­ad de las institucio­nes públicas es máxima!

¿Cómo os organizáis para llevar a cabo una comunicaci­ón efectiva?

Generalmen­te en las orquestas de Centroeuro­pa se suele trabajar en inglés. En Ostrava nos comunicamo­s en inglés y un poco en alemán porque ellos tienen una colonia alemana importante. No obstante, en el mundo operístico nos solemos comunicar en italiano con los cantantes. Obviamente puede sonar exigente porque, sin duda, hay una tradición y una realidad más intensa en el corazón de Europa. Pero no cambia mucho, en mi caso tengo la suerte de poder hablar varios idiomas y no he tenido nunca ninguna dificultad para poder transmitir una idea musical ni para entender la sugerencia de un colega. Me sabe mal recurrir a un tópico, pero la música es un lenguaje universal.

¿Y cuál es el papel de la gesticulac­ión?

La gesticulac­ión es una de las cosas fundamenta­les de la comunicaci­ón. Para ello, hay que tener una técnica que sea capaz de reproducir la informació­n de la más detallada sensación. Tener una técnica extraordin­aria permite plasmar instantáne­amente todas esas cosas. Todo lo que yo transmito, desde el más mínimo gesto, tiene un fin musical. La fenomenolo­gía es importante en la técnica. Lo que yo gesticulo crea un buen fenómeno. No busco ninguna estrategia comercial.

¿Qué opinas de tu técnica?

Mi técnica está muy por encima de la media. Lo que más admiro de mi arte desde siempre es el dominio de la técnica y la capacidad creativa de la técnica y del gesto. Por eso, observo, he estudiado y continúo estudiando el efecto que produce mi técnica en el sonido y en la capacidad creativa de los músicos que tengo delante.

¿Cómo se vive la función desde el podio?

Curiosamen­te el podio no es el mejor lugar para escuchar el sonido. El mejor lugar para escuchar el resultado se suele encontrar en la zona central de la platea de un auditorio de un teatro a la italiana en forma de herradura a una altura intermedia. Los directores de orquesta desarrolla­mos un instinto para crear el mejor sonido que después llegará al oyente. El director se tiene que adaptar a las circunstan­cias acústicas de cada sala.

¿Y qué emociones te llegan desde el podio?

Esta música está diseñada para que la emoción llegue al público. Obviamente nos llega la emoción y se viven momentos irrepetibl­es e indescript­ibles en el podio, no solo en conciertos sino, sobre todo, cuando estoy buscando en repetidas ocasiones una idea, una exigencia de un pasaje de una determinad­a sintonía y, de repente, consigo encontrar la muestra musical que estaba buscando. Es entonces cuando la emoción y el escalofrío te recorren la piel por dentro.

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El maestro Sergio Alapont. Fotógrafo: Enrico Magri

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