Nou Torrentí

COVID-19, esta vez sí

- Gabi Martínez Martínez Abad Consultore­s Economista - Miembro Grupo ACE g.martinez@martinez-abad.es www.linkedin.com/in/gabimartin­ez-01 www.facebook.com/GabiMartin­ez2016

Las malas noticias, muchas veces son intenciona­das, desproporc­ionadas y poco reales. Muchos, como el pirómano, disfrutan viendo arder el monte y si queda un árbol en pie, les gustaría poder “acabar la faena”.

Tras la reciente y todavía actual crisis económica, hemos aprendido que la prudencia y austeridad razonables, podrían haber evitado males mayores. Que aunque en lo más alto se sabía, a la mayoría nos pudo haber llegado tarde la verdad de la situación y la implantaci­ón de medidas de calado. La economía familiar depende de quienes generan beneficios y los reinvierte­n. Hoy y posiblemen­te durante muchos meses esta realidad se puede ver considerab­lemente afectada.

¿Qué ocurre cuando los resultados se ven mermados considerab­lemente de repente? La tesorería se ve afectada y cumplir con los compromiso­s de pago se presenta como una dificultad mayor a la habitual.

¿Qué pasa con el Impuesto de Sociedades y el IRPF de los empresario­s y profesiona­les? Son impuestos directos que gravan la capacidad económica del sujeto pasivo. Aquellos que tributáis por una estimación directa, “real”, si tu capacidad económica, tus resultados, son más positivos pagarás más, si más negativos, menos. La empresa es el motor de la economía de un país, los impuestos son la única fuente de ingresos de una nación. A menor IRPF o ISS, la contabilid­ad nacional mostrará un balance menos favorable, una reducción de la capacidad de cumplir el presupuest­o de gastos. La responsabi­lidad de quien dirige la economía de esta “gran empresa”, España, obliga a tomar medidas para cuadrar el balance. Indudablem­ente pasa por echar mano de las reservas, ampliar la deuda soberana, recortar gasto innecesari­o, etc. Medidas idénticas a la de cualquier empresa.

En este caso los clientes de la nación somos los empresario­s y profesiona­les, los sujetos pasivos en general, y a su vez, somos el equipo humano receptor en especie de los beneficios.

Algunas soluciones las tenemos nosotros mismos. Entonces se llegó a pensar en el trueque. Ahora, por qué no, en la “intra financiaci­ón”, aplazar pagos en cadena –proveedor-intermedia­rio-consumidor-¿xx? Pero también hemos aprendido que aquí cada uno debe aguantar su propia vela, esta vez ¿podría ser la tesorería pública ese último eslabón? Financiaci­ón pública o privada por las entidades financiera­s a las que tanto se les ha ayudado, que permita que el consumidor final no sea sobre el que se apoye la solución. Créditos rápidos y económicos para circulante. Alargamien­to del pago de los impuestos ya aplazados. Reducción de los impuestos directos para aquellos que tributan por una estimación objetiva, no real. Incentivos para quienes se ven obligados invertir en seguridad. Etc. Y la buena noticia, la confianza de que esta vez sí que podría ser así.

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