Pérdida desconocida derivada de la digitalización
La generación de pérdidas derivadas de la digitalización del retail y la omnicanalidad es un fenómeno reciente que empieza a tener efectos devastadores. La atomización de los canales de venta dificulta la gestión del stock y multiplica los riesgos, ya sea por errores administrativos o por la proliferación de fraudes en las formas de pago, devoluciones o uso de tarjetas de fidelización, por ejemplo.
Pero el fraude digital es solo una de las variables dentro de la pérdida desconocida, que tiene un impacto equivalente al 0,8% de la facturación anual de la distribución. Estas son solo algunas de las conclusiones que el último Congreso AECOC sobre las Pérdida Desconocida recogió, en el que se apuntó que cada año se pierden unos 1.800 millones de euros por este fenómeno, de los que el 78% corresponden a hurtos -58% externos y 20% internos- y el 22% a errores de gestión.
Al impacto de la pérdida desconocida sobre la facturación de las empresas hay que sumar las inversiones que las empresas hacen en sistemas de prevención, que equivalen al 0,6% de las ventas de los distribuidores, y que en las categorías más afectadas, como gasolineras y detallistas de ferretería y bricolaje, superan el 1% de su negocio.
Sin embargo, en los últimos cuatro años se ha producido un descenso del 0,75% anual de los hurtos en España, aunque la mayor parte se produce en las grandes ciudades. En este mismo periodo temporal, los robos en Madrid han crecido a un ritmo del 1,27% anual, mientras que en Barcelona lo han hecho al 4%, con un repunte del 10% en 2018. La aplicación de estrategias y políticas que permitan rebajar la pérdida conocida hasta los niveles de países líderes de la Unión Europea supondría un ahorro de 700 millones de euros al año. “La pérdida desconocida es una amenaza a la eficiencia y la competitividad del sector, reduce la capacidad inversora de las empresas, su potencial de crecimiento, la generación de empleo, y, en el caso de las pymes, puede poner en riesgo su viabilidad”.
Lo cierto es que la pérdida desconocida sigue estando ahí y hay que seguir luchando, entre todos, para reducir sus efectos.