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En la vivienda en Hamburgo de los interioristas Angela y Gerhard Fusch habitan piezas y objetos cargados de sensibilidad.
LOS INTERIORISTAS ANGELA Y GERHARD FUSCH HAN CONVERTIDO SU CASA EN HAMBURGO EN UN SANTUARIO DE PIEZAS Y DETALLES QUE LA HACEN ÚNICA.
algunos lo llaman olfato o sexto sentido. El caso es que este talento acompaña a la pareja formada por los diseñadores de interiores Angela y Gerhard Fusch. Gracias a esa sensibilidad para encontrar piezas únicas, su casa, una villa en el exclusivo barrio Harvestehude, en Hamburgo (Alemania), se asemeja a un viaje alrededor del mundo y través del tiempo.
En un contenedor soberbio, con ricas molduras, chimeneas de mármol y unos preciosos ventanales asomados al jardín, los espacios se visten de muebles y detalles exquisitos, fruto de la búsqueda incansable de sus propietarios. Gerhard, sobre todo, se define como un design hunter: «Me gusta rastrear en las profundidades de internet para rescatar joyas y rarezas de las mejores décadas y diseñadores del s. XX». Unas piezas en las que se ha convertido en un destacado experto.
Angela, por su parte, se ocupa de las obras, «de coordinar los oficios y planificar todo, desde el concepto de los espacios hasta el cableado», nos explica. Ambos comenzaron su trayectoria en el mundo de la moda, aunque su pasión por el interiorismo los llevó a cambiar de rumbo profesional. En sus trabajos se percibe fácilmente su sello, una visión personal de entender y vivir los espacios. Sus proyectos de casas contagian la pasión por las cosas bonitas, por los objetos con encanto. Ellos las conciben como un refugio al que siempre se desea volver para disfrutar de toda su belleza.
Y, por supuesto, un reflejo de este leitmotiv es su propio hogar, con composiciones de objetos preciados y preciosos, cuidados libros sobre arte y estilo, muebles hechos a mano... «Nuestra mayor satisfacción –afirman– es que aquí te sientes completa y sencillamente muy a gusto».