Date a la vida fácil
Acabo de comprar un aparatito que me ha cambiado la vida. Bueno, la vida, la vida... dejémoslo en que me ha cambiado la vuelta a casa, que ya es, de por sí, un momento bien importante en mi día a día.Vaya por delante que yo abomino de las luces de techo en los salones, soy más de una lamparita aquí, una luz en aquella esquina, el fondo con esa luminaria de pie y el foco dando sobre tal detalle.Total, que cuando me sentaba en el sofá, había hecho una ruta por todos los interruptores de la habitación que me evitaba la media hora de caminar rutinaria. Pues bien, hay un mando diminuto que me permite encender todos los puntos de luz a la vez o elegir los que yo quiero, sin moverme.Ah, ¿ya lo conocéis? ¿Lo tenéis muchos de los que me estáis leyendo? Pues estaréis conmigo en que no hay mejora mayor que vivir en una casa lista. Las ventajas que dan unas ventanas inteligentes adaptando su resistencia según el clima exterior o un sistema que te deja poner la calefacción desde el móvil no se valoran hasta que los instalas. Luego, ya no puedes vivir sin ellos.Además, he notado que hay un prejuicio estético cuando te refieres a la domótica o a soluciones sostenibles: es hablar de ello y muchas mentes visualizan de inmediato artefactos tecnológicos, aparatos ininteligibles o intrusos de ingeniería malogrando una decoración preciosista. ¡Que nooo! Que no se ven. Lo mejor de la vida fácil es que es bonita por las sensaciones que proporciona, por la humedad precisa que da al cuarto de los niños, por la temperatura autorregulada, por el aire limpio... y siempre, desde la discreción y el silencio. Como todo lo bueno.