UN PROYECTO DE ALTURA
Levantada sobre los cimientos de un chalé de montaña de los años sesenta, esta vivienda canadiense, llena de guiños a la arquitectura local, ofrece un espectacular refugio desde donde disfrutar de las montañas de Quebec.
Culminando la serpenteante carretera de Mont Suisse, en la localidad canadiense de Saint-Sauveur, cercana a Montreal, emerge esta sensacional construcción, originalmente adquirida por sus propietarios como alojamiento para huéspedes de la vivienda adyacente y finalmente convertida en su residencia habitual.Asomada al valle a través de grandes planos acristalados, su arquitectura, obra del estudio de Jane Hope, está llena de constantes referencias a las edificaciones típicas de la zona. Desde el acero, que en un un guiño a la cubierta y aguja de la catedral del pueblo reviste parte del tejado y de las fachadas, a la madera de cedro, habitual en las tradicionales posadas salpicadas por todo el paisaje y que se utiliza aquí en otra de las alas.O las ventanas,cuyo formato –cuadrado y en hilera– recuerda a los graneros donde hace tiempo se refugiaba el ganado durante el invierno.
Tras atravesar un cuidado jardín, una puerta de acero fabricada por un artesano local da paso al amplio hall, por el que se accede a las áreas comunes, planteadas con un concepto diáfano para favorecer las reuniones. Un ligero cambio de nivel separa la zona de estar del comedor, al que se abre, a su vez, la cocina. Para enfatizar la sensación de amplitud y luminosidad, paredes y techo, revestidos de madera, se han pintado de blanco. Una escalera acristalada en el centro del espacio ofrece impresionantes vistas sobre las montañas desde cualquier rincón de la casa.