Viajamos a San Sebastián con Andrea y Mikel Lizarza, quienes nos muestran una vivienda con encanto y espíritu ecléctico.
EN SAN SEBASTIÁN, UN ANTIGUO SHOWROOM DE MUEBLES EN UN EDIFICIO CON ENCANTO SE HA CONVERTIDO, POR OBRA DE ANDREA Y MIKEL LIZARZA, EN UN ESPACIO PARA DISFRUTAR DE UNA SEGUNDA JUVENTUD.
La de esta casa es una historia contada al revés. Las matemáticas aseguran que el 99,99% de los propietarios que reforman un inmueble derriban tabiques, mazo en mano, y empiezan de nuevo.Aquí fue al contrario: se pasó de un espacio totalmente diáfano a levantar habitaciones.Tras una larga vida como vivienda en un edificio señorial de 1910, pasó a ser un showroom de muebles abierto, sin divisiones.Así la encontraron sus actuales dueños, que buscaban convertirla en una especie de “suite-casa” para dos personas. «Ya libres del cuidado de los hijos, no necesitaban la clásica distribución para albergar varias habitaciones», explica la arquitecta Andrea Lizarza, encargada de reinventar la distribución con una pequeña zona reservada para invitados y el resto para disfrutar en pareja.
La vivienda guardaba una sorpresa: además de la entrada típica desde el portal, cuenta con otra independiente a la que se accede directamente desde la calle, y en ella se habilitó una gran terraza.Toda una delicia para aprovechar los rayos del sol.Aquí sentados, al pie de la afrancesada fachada de piedra arenisca y con el río Urumea al fondo, la sensación es como de residencia de vacaciones.
En el interior, en el mirador que rodea la terraza, el interiorista Mikel Lizarza instaló el área de estar, la zona de música y un lugar de trabajo, ambientes abiertos a enormes ventanales que crean un sugerente juego visual dentro y fuera. Precisamente, los propietarios insistieron mucho en potenciar la luminosidad, por lo que las paredes y los suelos de madera se pintaron en un tono gris claro que da continuidad. La excepción la encontramos en el hall y la estructura de la librería, en tono antracita, y también en la pared del pasillo donde se aloja la zona de invitados y en un muro de la cocina, que se cubrieron con un matiz rojo coral. Este trío cromático aparece en pequeños flashes por toda la casa. Para la decoración se apostó por una fluida mezcla de estilos: piezas familiares, muebles a medida diseñados por Mikel Lizarza, objetos de anticuario y obras de arte componen escenas donde la vida transcurre cómoda y relajada.