CAMPO LIBRE
El estudio de arquitectura Ábaton y la tienda de diseño Batavia nos enseñan cómo es una casa de campo en el s.XXI.
un matrimonio bien avenido lo forman el estudio de arquitectura Ábaton y el de diseño de interiores y tienda Batavia, que firman conjuntamente la recuperación de esta construcción en la sierra de Madrid, edificada sobre un pequeño montículo. Una vivienda principal, la casa de los guardeses, cuadras y un palomar fueron los objetos de deseo de esta transformación y ahora viven un idilio a cuatro bandas en torno a un patio con un olivo en el centro. «Queríamos dar un toque contemporáneo a la casa. Si se juzga desde fuera, se puede pensar en algo country, pero al entrar, sorprende», afirman los arquitectos.
La decoración interior traza un puente entre piezas de diseño escandinavo, maestros italianos y muebles contemporáneos, y brilla con la elección de madera clara para revestir suelos, ventanas y muebles. Las telas y texturas contribuyen a dar calidez.Todo, en perfecto diálogo con los volúmenes cúbicos característicos de Ábaton, que consiguen espacios armoniosos. La reforma recupera los muros de granito de 70 cm de grosor y los agujerea para crear huecos más grandes en la fachada que modulen la luz.Vestidas en el interior con madera de roble, estas nuevas ventanas –sobre todo, la del altillo, encima del dormitorio principal, «un remanso de paz para los padres»– «articulan zonas de estar en las que disfrutar simultáneamente del confort de la vivienda y de la impresionante naturaleza que la rodea», comentan desde el estudio.
La casa está llena de secretos. La planta baja es diáfana, pero tiene dos grandes puertas correderas que la compartimentan en tres estancias: salón, cocina y cuarto auxiliar. La escalera del dormitorio principal oculta un armario, y tanto la puerta hacia el baño como las contraventanas descubren al deslizarse los muros de granito originales de la casa. Pero, ¿cuál es la gran baza? Las vistas: desde las camas se contempla un recorte de la sierra madrileña; se cocina mirando un horizonte de encinas; y el baño matinal se convierte en un doble placer, también para la vista. Un verdadero lujo.