ATRACCIÓN TOTAL
El estudio de Laura Gärna enfrenta con enorme destreza texturas, papeles y diseños especiales en el centro de Madrid.
No es una morada al uso. De hecho, solo está ocupada de forma temporal, cuando sus propietarios -dueños también de viviendas en otros países- recalan en España.A pesar de que conocen medio mundo y residen a caballo entre distintos puntos del planeta, Madrid es la ciudad de sus amores. Una predilección que les llevó a tener casa propia en la capital por el puro placer de disfrutarla durante períodos largos.
El piso elegido se halla en el céntrico barrio de Salamanca, en un palacete del siglo XIX que perteneció al marqués de Casa Argudín. El inmueble fue remodelado en los años 20 por el arquitecto Secundino Zuazo, y recientemente sufrió una rehabilitación completa en la que se mantuvo la fachada original. También el interior de la vivienda se reformó con las mejores calidades y un diseño actual.
La arquitecta e interiorista Laura Gärna y su equipo partieron de cero en este proyecto, que concluyó en apenas dos meses. Con el diseño elegido se pretendía un doble objetivo: crear un ambiente hogareño y cálido para compartir en familia, y dotarlo asimismo de cierta sofisticación. Aunque, según explica Gärna, «el hecho de no ser la primera residencia ha permitido que nos tomáramos más licencias y nos centráramos menos en la parte práctica».
El estudio firma muchos de los muebles que equipan la casa, diseñados ex profeso o encargados para zonas muy concretas. El resultado decorativo no responde a un estilo definido, simplemente reivindica la elegancia como apuesta segura. Eso sí, pone al día dicho concepto añadiendo un toque atrevido en texturas, acabados y colores. El contraste cromático, un recurso utilizado con mucha habilidad, combina tonos oscuros y densos, como el azul petróleo, con otros optimistas –amarillo limón– o cálidos, el caso del dorado.
Los textiles tienen un peso específico, ya que aportan fuerza e intención con sus delicadas texturas y dinámicos estampados, y destacan sobremanera en el fondo neutro que lucen las paredes. La pintura reviste casi todas las habitaciones, a excepción de algunas estancias en las que se ha optado por el papel pintado. Esta herramienta singulariza los espacios rompiendo cualquier atisbo de uniformidad. Un dibujo de palmeras tropicales viste la entrada y da entidad al comedor, abierto al salón.Y todo ello, realzado por la iluminación, principalmente de ambiente, a través de foseados y lámparas con vistosas pantallas que matizan rincones y potencian unas atmósferas tranquilas. Fuera queda la vorágine de la gran urbe.